Con su mirada serena y su forma de contemplar el cielo desde las piedras sagradas de Chichén Itzá, esta perrita de nombre Osita se ha convertido en un símbolo de paz, fidelidad y amor silencioso.
No lleva uniforme, pero cuida como nadie. No pide nada… y lo da todo.
Mientras los visitantes recorren el Templo de Kukulcán, Osita y sus compañeros caninos se han convertido en los guardianes no oficiales de Chichén Itzá.
Estos tiernos perritos han conquistado a todos gracias a sus vigilias adorables y contemplativas sobre las antiguas piedras.