Llegamos al Bosque Esmeralda un sábado por la tarde, después del tráfico horrible en la carretera para salir rumbo a Puebla. ¡Pffff! ¡Muchísimo tiempo! ¡2 horas!
Sin embargo eso no redujo mis ánimos para ver este espectáculo al que fui invitado como fotógrafo, por El Bosque Esmeralda.
El cielo todavía está iluminado, pero ya se sentía la lluvia muy tranquila. Eran las 6:00 p.m y al llegar a la entrada los guardias nos dijeron que los fotógrafos ya habían iniciado el recorrido y que ya se encontraban en el lugar establecido. Como era de esperarse, me quedé con cara de ¡Queeeeeeé!
Rápidamente, entre organizadores se comunicaron por radios de largo alcance. Deben de saber que por la ubicación, la señal para teléfono celular era terrible.
No pasaron ni 5 minutos cuando me dieron acceso. De hecho, yo iba acompañado por mi amigo Eduardo Camarena. El buen amigo Rafael Aramiz, fue por nosotros para empezar el maravilloso recorrido.
Comenzamos a adentrarnos en este paraje escondido de Amecameca, sin duda, un lugar que parece uno de los secretos más protegidos del Estado de México. ¿Por qué? Porque desde que llegas te cautiva. El flujo de personas es controlado, y el aire fresco junto con el aroma de los árboles -96.7 de hectáreas de las cuales aproximadamente en 80 se pueden ver miles de luciérnagas-, te dan un reseteo de vida.