Atotonilco el Alto, ciudad de joyas arquitectónicas

Una parada obligada en la Ruta del Tequila de Jalisco

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Atotonilco el Alto, ciudad de joyas arquitectónicas
Foto: atotonilco_el_alto/Instagram

Al noreste de Jalisco predomina un paisaje verde que contraste con los agaves azules y el rojo de su tierra, allí se encuentra la región de Los Altos, conocida como una de las zonas tequileras de mayo producción, principalmente en sitios como Arandas, Tepatitlán, Jalostotitlán y Atotonilco.

Precisamente este último es más que sólo un pueblo tequilero. Este pueblo se fundó en 1528 luego de que la hija del monarca purépecha Tzintzincha Caltzonzin sanara de una grave enfermedad gracias a las aguas termales del manantial de Agua Caliente.

Posteriormente, en 1530 se realizó la conquista en este lugar, por Nuño Guzmán. Para 1551, Atotonilco fue dado en encomienda al conquistador Andrés de Villanueva, hasta que en 1824 el Congreso del estado dispuso que el pueblo tendría titulo de «villa» y sería cabecera del departamento que comprendía Arandas y Ayo el Chico.

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El 15 de mayo de 1868, siendo Antonio Gómez Cuervo el gobernador de Jalisco, se publicó el decreto 53, en el que se dispuso que Atotonilco el Alto se erigiera como «ciudad», título que conserva hasta la fecha, dando así paso a verdaderas joyas arquitectónicas.

Parroquia de San Miguel Arcángel

En el diseño de este imponente recinto religioso intervinieron el alarife italiano Adamo Boari, quien también participó en la construcción del Palacio de Bellas Artes, y el arquitecto Francisco Eduardo Tresguerras.

Esta parroquia con estilos renacentista y plateresco fue parte de la Arquidiócesis tapatía hasta 1973, cuando pasó al obispado de San Juan de los Lagos.

Su fachada consta de tres cuerpos, con torre de cantera y un remate en forma de campana. Su portada es de cantera rosa de estilo barroco, mientras que al interior cuenta con vitrales y columnas corintias.

Se ubica sobre la Plaza principal de Atotonilco el Alto y en años recientes fueron restaurados los frescos que se encuentran en su interior por el arquitecto Luis Gerardo Hernández Muñiz.

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Templo de San Cayetano

Según la historia, José María Velázquez naufragó en las costas de América y se aferró a una caja de madera en la cual flotó hasta la costa. Al interior de ésta encontró la figura de San Cayetano, la cual veneró por años en agradecimiento por salvarle la vida.

Para el año 1600, José María Velázquez se estableció en Atotonilco, donde pidió erigir una estatua a este santo y promovió la celebración de su fiesta. Tras varias décadas, la familia de Velázquez decidió levantar un templo para honrar a San Cayetano.

Este recinto es visible desde la carretera a Arandas y cuenta con una ubicación privilegiada, desde donde se puede ver todo Atotonilco. Su diseño es simple, con una planta libre y escalonada en un pequeño espacio. Cuenta con un imponente ventanal de piso a techo para apreciar todo el paisaje.

Hacienda Patrón

Recorrerla representa una oportunidad para entender la importancia del tequila para México. Tequila Patrón es una marca propiedad del multimillonario estadunidense John Paul DeJoria, quien tras su afición al tequila decidió emprender la misión de «crear el mejor del mundo».

En esta imponente propiedad de 40 hectáreas, la empresa produce 2.5 millones de cajas de tequila al año. Su historia no es tan antigua como la de otras tequileras, pero su fundador decidió hacerla a imagen y semejanza las haciendas de la post-Revolución.

Su edificación es de tono rojizo, el cual se complementa con la tierra del mismo color y el azul del agave que se emplea para la elaboración del tequila. A este recinto únicamente se puede llegar por invitación de la marca.

Plaza de los Fundadores

A inicios del año 2000 se construyó la Plaza de los Fundadores sobre un terreno abandonado. Este sitio honra la memoria de los personajes ilustres que fundaron Atotonilco y es el punto perfecto de reunión gracias a sus pequeños kioscos de comida, donde viajeros nacionales y extranjeros se dan cita para consumir uno que otro antojito.