El Cerro Cuchumá es un monte sagrado que se ubica en Tecate, Baja California, considerado un referente ideológico de la comunidad Kumiai donde se honraba a las deidades de esta etnia con danzas y cantos, que forma parte del inventario del Patrimonio Cultural Inmaterial de México.
El Cerro Cuchumá encierra una vasta historia y tradición, que lo hacen uno de los sitos más representativos de Tecate, junto con el Parque Hidalgo y la empresa cervecera homónima. Su altura es de 859 metros, que la hacen una de las formaciones naturales más altas de la zona.
Se ubica en los límites de Tecate, en la frontera de México y Estados Unidos, muy lejos del ajetreo y el gentío, aquí reina el silencio y la paz, de ahí su importancia para el pueblo kumiai, que pese a la constante expansión urbana mantiene su cosmovisión casi intacta aunque se encuentra en peligro de extinción.
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La Sierra Blanca, donde se encuentra el Cerro Cuchumá, es parte del arraigo de los kumiai y posee una enorme riqueza natural, en sus alrededores existen cascadas y cuevas, y su ecosistema es conocido como chaparral submontañoso con bosques de galería, mientras que a lo largo de sus cañadas se encuentra una gran variedad de fauna silvestre.
Por su quietud y pasividad, el Cerro Cuchumá conquistó al escritor inglés Aldous Huxley, quien quedó fascinado con su encanto y se quedó a vivir un tiempo al pie del cerro, junto con su esposa, ya que el silencio le permitía escribir en total calma.
Gracias a su altitud, es imprescindible subir hasta su cima para admirar el imponente paisaje y para hacerlo hay que recorrer 12 kilómetros de terracería, donde la condición física y la resistencia se ponen a prueba, pero la recompensa vaya que vale la pena, en su parte más alta se puede ser testigo de las ceremonias que se celebraban en torno a los kumiai, ya que el cerro simbolizaba para ellos lo sobrenatural.
Cerro Cuchumá, un cerro de leyenda y tradición
En Cuchumá, los kumiai incineraban a sus muertos, y lo usaban también para curarse y rendir culto a sus deidades. También existen una leyenda en torno a este lugar sagrado. Esta dice que un joven guerrero de nombre Cuchumá; recorría las tierras en busca de un piñón y un venado, y a su paso se cruzó con Iztakat, la mujer más bella de la tribu, de quien se enamoró.
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Iztakat estaba prometida en sacrificio al sol, por lo que ancianos y dioses no permitirían que un extranjero les arrebatara tal tesoro; sin embargo, eso no frenó a Cuchumá y huyó con su amada. Desafortunadamente fueron capturados y la doncella fue sentenciada a muerte por faltar a su deber con el padre sol.
Ya apresados, Cuchumá le envió una misiva a su amada con una flecha, quien desconsolada por saber que no podría estar con aquel joven guerrero se clavó la flecha en el corazón y se arrancó la vida. Destrozado por la noticia y al verla acaecida, el guerrero se enterró la misma flecha y murió en el mismo sitio de su amada.
Indignados, los dioses rindieron homenaje a los enamorados y convirtieron al guerrero en el Cerro Cuchumá y a Iztakat en una ciudad (Tecate).