Argentina: en el Chaco, campo sembrado de meteoritos

En esa provincia existe un parque ideal para los amantes del astroturismo

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La provincia del Chaco se encuentra al norte de Argentina, en la región del litoral. La atraviesan tres grandes ríos: el Bermejo, el Paraguay y el Paraná. Pero esta belleza no es el único atractivo de ese estado: también se encuentra llamado Campo del Cielo, en la Reserva Natural Piguem N’Onaxa, en el municipio de Gancedo, una de las más grandes  muestras de lluvia de meteoritos.

Campo del Cielo

Llegar hasta Campo del Cielo, a un predio de 27 hectáreas al sudoeste chaqueño, es pisar el mismísimo lugar donde hace más de 4 mil años cayó una de las mayores lluvia de meteoritos.

Esa es la principal razón que atrae a Chaco a los viajeros que deciden alejarse de las luces y el ruido para ver estos fenómenos naturales. Es decir, es gran atractivo para quienes gustan del astroturismo.

En ese destino podrás observar y aprender sobre galaxias, planetas, nebulosas, cúmulos y constelaciones en un espacio natural. Pero el atractivo principal son las grandes piedras metálicas que se encuentran exhibidas; tan atractivas que las han querido robar varias veces, precisamente por su valor científico.

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En el museo se exhiben más de 300 bólidos, los cuales se han rescatado desde que se descubrieron en 1923 hasta la actualidad. El trabajo que realizan los científicos ha sido en verdad constante.

 

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La joya del lugar

El principal hallazgo en Chaco sucedió en 1969, cuando un habitante de la zona descubrió un cráter. Pero recién fue en 1980 cuando se pudo desenterrar, con participación de geólogos enviados por la Administración Nacional de Aeronáuticas y el Espacio (NASA, de Estados Unidos). El hallazgo no fue menor: un meteorito de 28 toneladas al que llamaron Chaco, hasta ahora el tercer meteorito más grande de este planeta.

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En ese sitio  también, en 2016, exploradores de la Asociación de Astronomía del Chaco descubrieron el meteorito Gancedo, un fragmento de 30.8 toneladas, el más grande de América y el segundo del mundo.

Hoy se sabe que la composición de esos meteoritos consta de 90% hierro y pequeñas proporciones de níquel, cobalto, fósforo, galio, germanio e iridio. Pequeñas tablas periódicas voladoras.

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