Bulldog Café: el templo del rock chilango que vio nacer a grandes bandas mexicanas

Maggu Jasso / m.jasso@mexicotravelchannel.com.mx

El Bulldog Café fue un lugar icónico y punto de referencia del rock mexicano en la Ciudad de México. Un bar emblemático donde muchas bandas nacionales encontraron su primera gran tarima, un público fiel y la oportunidad de volverse leyenda.

Visitarlo era casi obligado, sobre todo para varias generaciones de chilangos que buscaban fiesta, desvelo y buena música hasta el amanecer.

Cómo nació el Bulldog

El Bulldog Café abrió sus puertas en 1992 en la calle de Sullivan, en la colonia Cuauhtémoc, una zona famosa por su intensa actividad nocturna.

Su fundador, Rafael Villafañe, ya tenía experiencia en el mundo de las discotecas – pues fue uno de los fundadores del famoso bar Baby’O en Acapulco, y posteriormente quiso crear un lugar dedicado al rock en un momento en que el movimiento “Rock en tu idioma” estaba levantando olas en todo el país.

El concepto del Bulldog mezclaba antro con música en vivo, pues había un escenario protagonista, una barra larga, luces estridentes y la promesa de que siempre habría una banda tocando hasta hacer temblar el suelo.

Dónde estaba y por qué importaba

El primer Bulldog se levantó en la planta baja del edificio semicircular de Sullivan e Insurgentes, un inmueble diseñado por el arquitecto Mario Pani que en su momento albergó al Hotel Plaza.

Su ubicación, muy cerca del Centro Histórico y bien conectada con avenidas principales, lo convirtió en punto de encuentro para gente que venía de todos lados: desde Neza y Tlalnepantla hasta Coyoacán y la Del Valle.

Esa mezcla de tribus urbanas hizo que el lugar se volviera un microcosmos de la Ciudad de México, donde convivían rockeros, fresas, estudiantes, oficinistas y chavorrucos sin mayor protocolo que formarse en la fila y aguantar la espera.

La cuna de muchas bandas

En los años 90 y 2000, el Bulldog se ganó fama como “la meca del rockcito”, ese rock mexicano alternativo que llenaba estaciones de radio y tocadas universitarias.

Por su escenario pasaron bandas que hoy son indispensables en cualquier playlist de rock en español: Molotov, Café Tacuba, Fobia, La Castañeda, La Cuca, Jumbo, Los Amigos Invisibles, Kinky y Zoé, aunque también se presentaron ahí bandas de talla internacional, como Guns N’ Roses.

Ambiente, anécdotas y curiosidades

En 1997, solo cinco años después de su apertura, el Bulldog Café de la Ciudad de México cerró su icónico local de Sullivan; en ese momento, el dueño del lugar declaró que el cierre se debía al término del contrato de arrendamiento del inmueble, sumado a una limitación en el repertorio de las bandas.

La última tocada del Bulldog de Sullivan estuvo a cargo de Molotov; hubo mariachi y la fiesta acabó hasta la tarde del día siguiente.

En el 2000, se anunció una reapertura del Bulldog, ahora en Mixcoac; la inauguración del nuevo lugar estuvo a cargo de Fobia. Pero este segundo local cerró definitivamente en 2018, poniendo fin a la era del Bulldog en la CDMX.

Su cierre se anunció por redes sociales, en ese momento Twitter, y sin una banda que tocara o un festejo emblemático, así cerró uno de los icónicos lugares del rock en la Ciudad.

La entrada al Bulldog era toda una experiencia: la mayoría de las noches implicaba formarse por más de una hora para llegar hasta la mítica puerta custodiada por “Moi”, el cadenero que se volvió personaje legendario entre los asistentes.

Adentro, el ritual seguía: barra a reventar, tragos que podían costar apenas cinco o diez pesos en sus primeros años y un ambiente en el que nadie se quedaba sentado, porque la pista y el escenario siempre estaban encendidos.

Con el tiempo, la política de barras libres se transformó en el sistema de plantillas con boletitos para canjear bebidas, resultado de nuevas regulaciones del gobierno capitalino, pero el espíritu fiestero se mantuvo intacto.

El adiós de un clásico

Tras más de dos décadas de conciertos, desvelos y anécdotas, el Bulldog Café cerró definitivamente en 2018, sumándose a la lista de grandes antros noventeros de la capital que ya son parte de la memoria colectiva.

Su legado, sigue vivo en las historias de quienes hicieron fila afuera de Sullivan, en las fotos empolvadas de escenarios sudorosos y en la carrera de bandas que encontraron ahí una especie de casa, ensayo general y examen final al mismo tiempo.

Hoy, cuando se habla de la escena nocturna de la Ciudad de México, el nombre del Bulldog aparece casi siempre en la misma frase que otros templos del rock urbano y alternativo, como Rockotitlán o el Bar Bar, marcando una época irrepetible para el entretenimiento capitalino.

Si alguna vez fuiste al Bulldog Café, sabes que no era solo un antro: era un lugar donde la noche parecía no tener fin y las guitarras eran la excusa perfecta para hacer amigos, enamorarse o simplemente cantar hasta quedarse sin voz.

Y si no alcanzaste a conocerlo, quizá ahora tengas más ganas de imaginar cómo se sentía ver a tus bandas favoritas tan cerca que hasta podías sentir las vibraciones del bajo en el pecho.

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