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La Mulata de Córdoba: Mujer que logró escapar del fuerte de San Juan de Ulúa en Veracruz

Durante el siglo XVII se desarrolló la historia de la Mulata de Córdoba, de quien se dice era una mujer de extremada belleza, que encendía los corazones de todo hombre que la veía pasar, su nombre era Soledad y por sus venas corría sangre negra y española.    

Razón para conocerla con dicho sobrenombre, pues además vivió en lo que se conocía como la Villa de Córdoba de los Caballeros, claro, la actual ciudad de Córdoba en Veracruz. Su presencia también levantaba intrigas entre los habitantes, pues nadie sabía de dónde era ni le conocían familiares.  

Pero esto no era impedimento para que muchos hombres se atrevieran a pretender a Soledad, mucho menos a la casta que pertenecía, que por aquellas épocas el racismo imperante no permitía que los mulatos y mulatas tuvieran derechos.

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¿Qué se decía sobre la Mulata de Córdoba?

Además, se esparcía el rumor de que la Mulata de Córdoba era curandera, gracias a los conocimientos que poseía sobre hierbas medicinales, pero también se decía que llegaba a sanar a los enfermos, a través de rituales heredados por sus ancestros.

Las mujeres envidiosas de su belleza, comenzaron a crear más chismes sobre la Mulata de Córdoba, al aseguran que sabía crear pócimas para hechizar a todo que caían rendidos ante sus pies, así que la señalaban como una bruja que tenía pacto con el Diablo.

Todos estos dimes y diretes fueron aprovechados por el entonces alcalde de la Villa de Córdoba de los Caballeros, Martín de Ocaña, quien en repetidas ocasiones fue rechazado por Soledad, así que para vengarse de ella la encerró en el fuerte de San Juan de Ulúa, argumentando que le dio un brebaje para enamorarlo.

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¿Cómo escapó Soledad?

Inmediatamente la Santa Inquisición ordenó su muerte, al enterarse, la Mulata de Córdoba convenció al carcelero de conseguirle un trozo de carbón. Una vez en sus manos, la mujer comenzó a dibujar un barco con grandes velas en la pared de su cárcel, varado en el mar. 

Cuando Soledad preguntó a su custodio qué le faltaba a su nave, él respondió: «¡Que navegue!». Así que la Mulata de Córdoba dio un salto hacia la pared para desaparecer de la celda. Asombrado, el hombre vio que la mujer estaba a bordo del dibujo trazado y que ella le decía adiós con su mano, mientras el barco se alejaba.

Ese día caía una lluvia torrencial, así que el puerto se cerró, aunque muchas personas aseguraron que un barco de grandes velas se alejaba hacía el mar abierto, a pesar de la tormenta. Así surgió esta leyenda, que hoy en día forma parte de un largo repertorio creado desde el interior del fuerte de San Juan de Ulúa.