Maggu Jasso / m.jasso@mexicotravelchannel.com.mx
Nuestra CDMX está llena de rincones con mucha historia. Hoy te queremos platicar sobre la historia y origen de Polanco, una de las colonias más exclusivas de la capital. ¡Atrévete a conocer más sobre este espacio que hoy ofrece desde tiendas hasta museos!
Imagina un pedacito de París en plena Ciudad de México: avenidas arboladas, mansiones elegantes y lujos. Así es Polanco, una de las colonias con mayor poder adquisitivo de la capital. Se ubica en la alcaldía Miguel Hidalgo y aquí te vamos a contar sobre sus orígenes, historia e importancia.
Polanco surgió de humildes haciendas rurales para convertirse en la “ciudad modelo” de México, un barrio de élite con avenidas arboladas, mansiones señoriales y un poder adquisitivo elevado.
Raíces prehispánicas y coloniales
Antes de ser el epicentro del glamour chilango, Polanco era puro campo: parte del antiguo pueblo de Santa María de los Remedios, con tierras otorgadas a Hernán Cortés en el siglo XVI para ganadería y cultivos.
En 1647 se fundó la Hacienda San Juan de los Morales, donde se plantaron moreras para criar gusanos de seda y exportar a Europa —un sueño ambicioso que se quedó en eso, sueños—.
El nombre “Polanco” evoca al jesuita español Juan Alfonso de Polanco, secretario de San Ignacio de Loyola, cuyos herederos poseían las fincas, y al Río Polanco (o de los Morales), un cauce caudaloso que serpenteaba hacia el lago de Texcoco, hoy convertido en avenidas como Río San Joaquín.

Nacimiento de la urbanización moderna
La magia urbana arrancó en los años 20, post-Revolución Mexicana, cuando el gobierno fraccionó las haciendas expropiadas bajo el ideal de “ciudad jardín” —inspirado en Europa, con banquetas anchas, parques y casas unifamiliares rodeadas de verde—.
La compañía De la Lama y Basurto lideró el proyecto, atrayendo a familias adineradas: libaneses, judíos, españoles y gringos que escapaban del caos del centro histórico.
En los 40 y 50, Polanco explotó con residencias art déco, colonial californiano y funcionalista, diseñadas por arquitectos estrella para políticos, empresarios y embajadas. La proximidad al Chapultepec y su frescura lo convirtieron en refugio de la alta sociedad.
Para los años 60-70, mutó: Avenida Presidente Masaryk emergió como la “Quinta Avenida mexicana”, con Chanel, Louis Vuitton y Cartier; plazas como Antara y Plaza Carso fusionaron lujo, comida y oficinas multinacionales.
Museos como Soumaya (66 mil obras gratis) y Jumex elevaron su estatus cultural, mientras rooftops y estrellas Michelin (Pujol, Quintonil) lo coronaron gastronómico.

Desafíos y datos curiosos
No todo es caviar: el boom inmobiliario gentrificó la zona, demolía casonas por torres y saturaba el tráfico, aunque parques como Lincoln salvan el día con mercados y conciertos.
Uno de los atractivos que a veces pasan desapercibidos en esta colonia, es que Abraham Lincoln tiene estatua en su parque del mismo nombre.

Además, en los 70, aquí vivió Octavio Paz, quien escribía poesía mirando las jacarandas.
Hoy, Polanco es un titán económico: con un poder adquisitivo altísimo (según datos del INEGI, supera los 30 mil pesos mensuales por hogar en promedio), alberga el 20% de las sedes corporativas de multinacionales en CDMX y genera miles de empleos en turismo y servicios.
Su importancia va más allá del dinero: es un hub cultural con el Museo Soumaya, el Jumex y el Parque Lincoln, donde los domingos se arma la fiesta con conciertos y mercados orgánicos.
Esta colonia ha evolucionado de hacienda elitista a barrio inclusivo, donde el taquero convive con el banquero. Aunque eso sí, el tráfico es excesivo y los precios espantan al bolsillo promedio.
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