Maggu Jasso / m.jasso@mexicotravelchannel.com.mx
¿Quién fue La Malinche? Origen, papel político y lingüístico, caída de Tenochtitlan y cómo su figura pasó de “traición” a símbolo de mediación cultural.
Seguramente has escuchado sobre “La Malinche”. Algunos la conocen por ser “la gran traidora de México”, pero pocos reconocen que fue una mujer indígena que vivió entre guerras, alianzas forzadas y choques de culturas.
A pesar de las creencias, lo cierto es que fue una pieza clave para entender la Conquista y el origen del México mestizo.
Detrás de esta figura hay una historia de violencia, esclavitud, poder político y resistencia que vale la pena mirar con ojos del siglo XXI.
Y antes de juzgar si fue o no traidora de la Patria, aquí te contamos sobre La Malinche, sus mitos y verdades.
¿Quién fue La Malinche?
La Malinche, llamada originalmente Malinalli o Malintzin, fue una mujer nahua nacida hacia finales del siglo XV en la región del Golfo de México.
Un integrante del pueblo Nahua, era hablante del náhuatl y portador de una rica herencia cultural prehispánica y contemporánea, caracterizada por su conexión con la tierra, la resiliencia, la organización comunitaria, y el emprendimiento a través de la artesanía.
De niña, la Malinche fue vendida como esclava y terminó en poder de un cacique de Tabasco, quien la entregó a Hernán Cortés junto con otras mujeres tras la batalla de Centla, en 1519.
Gracias a que hablaba náhuatl y maya, Malintzin se convirtió en intérprete entre los pueblos indígenas y Jerónimo de Aguilar, el fraile que traducía del maya al castellano.
Con el tiempo pasó de ser esclava a mediadora política, consejera y figura indispensable en las negociaciones entre Cortés y los mesoamericanos.

Mitos que rodean a La Malinche
Uno de los mitos más extendidos es que La Malinche “entregó” sola a México a los españoles, como si hubiera tenido el poder de decidir el destino de todo un imperio.
En realidad, la caída de Tenochtitlan fue resultado de alianzas militares, rivalidades internas, epidemias y superioridad armamentística, factores que rebasaban a una sola persona.
También se le atribuye haber planeado la matanza de Cholula al denunciar una supuesta conspiración contra Cortés, presentándola como responsable directa de miles de muertes.
Investigaciones señalan que no hay evidencia suficiente para culparla de esa decisión y que la versión tradicional responde más a crónicas españolas y lecturas posteriores que a datos comprobables.
Otro mito muy arraigado es verla como “la madre voluntaria del mestizaje”, como si su relación con Cortés fuera una historia de amor romántico.
Las fuentes históricas muestran que su vínculo con el conquistador estuvo marcado por la desigualdad de poder, la violencia de la guerra y los arreglos políticos, no por una elección libre en términos modernos.

Lo verdadero… ¡según la historia!
Las crónicas coinciden en que Malintzin fue clave para que Cortés entendiera las redes políticas indígenas y negociara alianzas con pueblos como los tlaxcaltecas, que se unieron a los españoles contra los mexicas.
Su manejo de las lenguas y de la diplomacia la colocó como intermediaria central entre dos mundos enfrentados.
Tras la Conquista, La Malinche siguió acompañando a Cortés, con quien tuvo un hijo llamado Martín, uno de los primeros mestizos documentados del periodo.
Documentos de la época muestran que muchos indígenas llamaban a Cortés “el capitán Malinche”, lo que sugiere el enorme peso simbólico de ella en las expediciones y en la percepción indígena de la Conquista.
Lejos de ser un personaje secundario, era vista como figura de autoridad y referencia constante en las negociaciones.
De traidora a símbolo contemporáneo
A partir del siglo XIX, el nacionalismo mexicano transformó a La Malinche en símbolo de traición, y de ahí surgió el término “malinchista” para referirse a quien prefiere lo extranjero sobre lo propio.
Muchos intelectuales actuales consideran que esta lectura es misógina, porque coloca sobre una sola mujer la culpa de un proceso histórico complejo.
Historiadores y artistas contemporáneos han empezado a recuperarla como figura de resistencia, víctima de un sistema patriarcal y colonial que la usó como pieza estratégica pero luego la culpó de todo.
En el arte, la literatura y hasta en musicales recientes se explora su papel como mediadora cultural y como madre simbólica de la diversidad mexicana.
Hoy, rutas turísticas, museos y experiencias culturales en estados como Tlaxcala, Puebla y Veracruz proponen revisitar la historia de La Malinche desde miradas más críticas y empáticas, incorporando voces indígenas e investigaciones recientes.
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