Por: Gustavo Silva González ( g.silva@mexicotravelchannel.com.mx )
Conoce a Onésimo Ávila en TITANES: de la herrería familiar al arte en hierro forjado que emociona en México y el mundo. Inspiración, oficio y generosidad.
Hay historias que no solo se admiran: se viven. La de Onésimo Ávila, artista autodidacta, noble, sencillo y generoso, es de esas que te mueven a perseguir tus sueños hoy, no mañana.
Nacido en Tulancingo, Hidalgo, pasó de amar la herrería que aprendió en familia a convertirse en artista plástico reconocido en México y el extranjero.
En TITANES, programa de entrevistas de México Travel Channel conducido por Margarita Jasso, Onésimo abre su corazón y nos comparte cómo el fuego, el yunque y el martillo fueron templando su talento… ¡y su visión de vida!
De un alfiler y un gis a la forja del destino
El impulso creativo apareció muy pronto. Con 4 ó 5 años, Onésimo moldeó con un alfiler la Virgen de Guadalupe sobre un gis para regalársela a su abuela.
“El hecho de que mi abuela dijera ‘está precioso, mi niño’ fue un aliciente para seguir haciendo cosas con mis manos”, dice Onésimo.
Después dibujó el rostro de su abuelo y, en la escuela, retrataba a la maestra o a sus compañeros. Desde pequeño, “Necho”, como le dice su familia, descubrió que crear emociona, conecta y transforma.

Hermanos, luchadores y primeras ventas
Con sus hermanos Paco y Ramón, convirtió la creatividad en juego y emprendimiento. Hacía mascaritas de luchadores que ellos vendían en la escuela.
Además, su gusto por cantar (es parte de un grupo musical), empezó en un lugar donde había “maquinitas” (videojuegos), donde, a cambio de seguir cantando, a sus hermanos les regalaban fichas para continuar jugando.
Oficio, identidad y una estética de hierro
“Mi abuelo y mi papá fueron herreros. La herrería es un oficio que me encanta. Hay que moldear en la lumbre, al rojo vivo.”
De ese linaje nace una estética propia: hierro forjado que, pese a su frialdad, Onésimo traduce en movimiento y sentimiento. Él mismo lo dice:
“Si mi padre hubiera sido carpintero, quizá habría tallado madera”.
Pero la vida lo llevó al metal, a escuchar el fuego y a respetar lo impredecible del material. Su lema lo resume: “Hay que forjar sueños para crear realidades.”

Calidez humana que inspira
Y por supuesto, como buen fan de la barbacoa -su estado es el rey de este exquisito platillo, con el cual consiente a sus amigos cuando lo visitan- Onésimo cuenta cómo es que el arte lo hallado a vivir toda una serie de anécdotas, que él, quizá sin darse cuenta, evidencian su extraordinaria calidez humana.
“Recuerdo que en una ocasión, en la calle, vi una señora que se sentía mal. Estaba como que mareada. Me acerqué a ella. La sujeté del brazo diciéndole que deseaba ayudarla. Le sugerí que se sentara en la banqueta. Le dije que iría a la tienda para comprarle una coca-cola pues ésta le ayudaría a sentirse mejor…
“Resulta que sea persona a la que ayudé, era integrante del jurado donde yo estaba concursando…”, dice Onésimo, quien por sus piezas ha viajado a países como Italia, Francia, Colombia y Estados Unidos.
“Luego, en otra ocasión, un señor me dijo que deseaba comprarme la escultura del elefante (el cual trajo a TITANES para deleitarnos la pupila)… Me di cuenta que a su esposa, le había gustado más una sobre una mamá gata… Cuando le entregué el elefante, le llevé de regalo la escultura de la mamá gata, porque además, sentí que le había gustado a su hija, una nena con capacidades diferentes”, explica.

Le ha tocado no saber cuánto cobrar por sus piezas
A Onésimo le ha tocado de todo desde que su carrera despegó durante la post pandemia del Covid 19. Pero no en mal sentido; al contrario. En situaciones donde bien pudo permitirse dejar crecer su bolsillo, decidió por esa parte humana y empatiza que lo caracteriza.
Le ha tocado no saber cuánto cobrar; que le lleguen con una bolsa con monedas recolectadas por alumnos de una escuela para pagarle una escultura… y él, nunca dice “no”. Siempre rescata la calidez humana de las personas y las buenas intenciones.
“Recuerdo que en una ocasión, unas personas de una escuela se me acercaron para preguntarme cuánto les cobraría por hacer la escultura de un busto de un profesor que daba clases ahí pero que lamentablemente recién había fallecido…
“No supe qué decir… Un buen día, la persona regresó a verme a darme una bolsa llena de monedas que los alumnos había recolectado. No sé cuánto era. Lo acepté con todo gusto…
“Días después les entregué el busto. Les encantó”, recuerda.
Por cierto, una de sus primeras esculturas, fue una rosa en hierro que regaló a una de las chicas que pretendía cuando era más joven.
“Para quedar bien con la novia, y no haber algo qué regalarle, se me ocurrió crear una rosa…. Ya de adulto, en una ocasión hice una mano que toca las teclas de un piano imaginario el cual le regalé a un amigo por su cumpleaños.

¿Cómo te llega la inspiración?
Hay varias formas. Cuando una persona acude a mí para pedirme una pieza, me nutro mucho de la plática. En ésta trato de meterme a su mente, de meterme en lo que él o ella siente. Trato de entender el sentimiento que le causa pedirme una pieza; trato de conectar. Gracias a Dios hasta ahorita me dicen que es justo lo que necesitaban.
“Otro tipo de inspiración que se da es cuando a mí me nace crear algo. A veces tengo cierto pensamiento que me dura hasta el día siguiente y eso me hace desear llegar al taller para traducirlo al metal. Me emociona mucho tener ese sueño o pensamiento e intentar crearlo…”
Historias como la de Onésimo nos recuerdan que todo —o casi todo— es posible cuando el oficio se hace con amor. Si necesitas una dosis de inspiración real, no te pierdas su entrevista en TITANES. ¡Visita AQUÍ nuestro canal de Youtube!
Y claro, si también terminas inspirado, no dudes compartir el episodio con quien necesite un empujón para forjar su propio sueño.
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