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Descubre más sobre las trajineras, el último transporte prehispánico que existe

A lo largo de los años las trajineras se han destacado en la zona de Xochimilco porque es el último transporte prehispánico que existe. La herencia ha sobrevivido porque se convirtió en un punto de encuentro turístico y de diversión.

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¿Cuál es la historia de las trajineras?

Durante la época precolombina destacaron varias formas de transporte con el fin de llevar diversos objetos. Entre ellas se encontraban los míticos corredores, que trasladaban hasta 23 kilos de objetos desde Veracruz a las Ciudad de México en 24 horas.

Sin embargo, en la Ciudad de México existían pequeñas embarcaciones que servían para trasladarse, como las canoas y trajineras.

Estas últimas eran utilizadas por los xochimilcas, quienes se asentaron en Xochimilco desde el año 1350 aproximadamente.

Sin duda, las características lacustres de la región provocaron que los grupos indígenas desarrollaran diversas tecnologías que les permitieron adaptarse, desde la creación de las chinampas, el método agrícola para cultivar sobre el agua, hasta las trajineras, que permitían que los pobladores realizar sus actividades cotidianas.

¿Cómo se transformaron las trajineras?

Tras La Conquista Española se conservó el sistema de acueductos. Gracias a ello, la región de Xochimilco continuó como centro de producción agrícola y de comercio.

Fue en la época del Porfiriato cuando los paseos en trajinera se volvieron muy populares entre los catrines. Rápidamente la demanda incrementó y las embarcaciones fueron remodeladas y mejoradas; se les agregó un techo para proteger del sol a los paseantes y se adornaron con arcos de flores naturales.

Justo en las chinampas era común encontrarse con las bellas flores, por lo que lo ideal era dar paseos románticos en la zona.

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En ese entonces, los catrines mandaban a colocar los nombres de las mujeres de su interés o de sus novias en las trajineras.

Luego las flores naturales cambiaron por papel maché y pasta, para que la tradición de los nombres permaneciera.

Para principios del siglo XX, se convirtió en un atractivo turístico que comenzó a explotarse con mayor intensidad.

Se construyeron embarcaderos, se reforestó parte del bosque de Nativitas y se incrementó el comercio, así como las actividades culturales y la cantidad de recorridos como hoy lo conocemos.