Siempre tenemos la posibilidad de poner el marcador en cero y recomenzar, ¿por qué no hacerlo con una acción positiva y con un gran impacto en lo que nos rodea, como el veganismo?
Para comenzar, el veganismo es un modo o estilo de vida que evita el consumo de productos de origen animal, es decir, se basa en una alimentación que utiliza frutas, vegetales y semillas.
La cantidad de personas que optan por una alimentación vegana sigue creciendo cada año; según datos de Gourmet Show, cerca de 20% de los mexicanos ya ha optado por este tipo de dieta.
Por eso, hay ofertas especializadas para este mercado, también se orienta a los consumidores para que identifiquen correctamente los productos y servicios veganos.
Por otra parte, las certificaciones veganas respaldan que en la elaboración de los productos certificados no estuvieron implicados procesos ni insumos de origen animal.
Existen numerosos productos que a simple vista podrían parecer veganos, pero podrían no serlo: bebibles como cerveza, vino y jugos de fruta que han pasado por un proceso llamado «clarificación», el cual en la mayoría de las ocasiones implica insumos de origen animal. Bueno, los caramelos con gelatina tampoco son veganos.
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3 motivos para asumir el veganismo
La información es poder
El conocimiento abre muchas puertas y permite derribar barreras internas. Por eso es importante entender que cuando se habla de veganismo, no se hace referencia únicamente a un cambio en la alimentación, sino a un estilo de vida como consecuencia de una postura ética.
El objetivo principal del veganismo es reducir el sufrimiento de los animales, evitar el colapso climático, mejorar la salud de la población y repensar los modelos de producción de alimentos en el ámbito mundial.
En este sentido, existe una gran cantidad de documentales, artículos, libros, organizaciones y grupos que trabajan para acercar esta información a todos los sectores de la sociedad y así lograr el cambio colectivo.
Descubrir este material o escuchar los testimonios de otras personas puede inspirarte a dar ese primer paso: entender de qué se trata el veganismo es el inicio para aplicarlo en nuestra práctica cotidiana.
Dejar a un lado los mitos
Que esa comida es más cara; que el veganismo es extremo; que los veganos no obtienen la suficiente proteína, calcio ni minerales esenciales; que es peligroso criar niños veganos. Estos son algunos de los mitos que circulan y no permiten siquiera considerar la posibilidad de intentarlo.
Adquirir poco a poco los hábitos
No es necesario que de la noche a la mañana te vuelvas vegano. Algunas personas necesitan tiempo para ajustarse y acostumbrarse, y por eso existe la posibilidad de ir incorporando poco a poco los hábitos que reemplazarán a las antiguas costumbres que involucraron alimentos o productos de origen animal.
Una vez que se asimilan las razones detrás de la elección, comienza el momento de alinear las prácticas cotidianas con los ideales. La clave es no abrumarse y, en cambio, tomarse el tiempo de cambiar un producto a la vez.
A veces, contarle a las personas cercanas que optamos por el veganismo puede ser algo difícil. Una buena manera de hacerlo es cocinar algo rico a base de plantas para que, quienes no hayan adoptado esta alimentación, puedan conocerla y probarla.
¿Por qué modificar la alimentación?
Existen diversas respuestas para cambiar nuestra alimentación al veganismo: mejorar la salud, reduce el impacto medioambiental o salvar vidas animales.
Por ejemplo, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), 18% de los gases de efecto invernadero que son responsables del cambio climático provienen de la industria ganadera, más de los provocados por todo el transporte del mundo.
Por otra parte, la producción de un kilo de carne requiere 15 mil litros de agua; ¿para cada litro de leche? Mil litros de agua.
En cuanto a los beneficios para la salud humana, los alimentos veganos se encuentran exentos de colesterol, lo que en altas cantidades produce acumulación de este en las paredes de las arterias, desencadenando, entre otras afecciones, ataques cardiacos, que son la primera causa de muerte en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).