La gastronomía sin duda alguna es de las más grandes riquezas que tiene el planeta y algunos platillos son tan deliciosos que quedan inmortalizados para la eternidad, tal es el caso del cuscús, un manjar que se convirtió en Patrimonio Inmaterial de la Unesco.

Este delicioso platillo está ligado a la cultura bereber y de acuerdo con información del portal Heathline, este alimento proviene del Norte de África y se trata ni más ni menos que de unas perlas de trigo o sémola, similares a la pimienta.

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El cuscús puede fungir como ingrediente o puede servirse como guarnición. En el mundo existen tres diferentes tipos: el marroquí, israelí y libanés. La diferencie entre uno y otro radica en su tiempo de cocción, tamaño de los granos e incluso el sabor.

Según el historiador marroquí, Hassan Aourid, «el cuscús es el plato de los amazighs», pues se encuentra en diferentes variantes en los países donde quedan comunidades de lengua bereber, desde Mauritania hasta Siwa. Además, afirma que su nombre proviene del bereber «seksou».

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El cuscús es considerado un «plato de viernes», pues en estas latitudes, el viernes es día de rezo en la mezquita, y lo habitual es que los fieles vayan a su casa tras rezar y compartan un plato de cuscús en familia. Además, es un plato que no puede faltar en grandes ocasiones festivas o de duelo.

Cuando se consume cuscús, existen reglas no escritas que dictan la buena educación como: la sémola se sirve desbordando el plato, sin dejar huecos, de lo contrario da la impresión de mezquindad; cada comensal comerá de la parte que tiene delante, sin derecho a «invadir» la contraria, y siempre debe quedar alguna porción dentro de la fuente.

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Asimismo, el portal Healthline reveló algunas de las propiedades del cuscús como el selenio, mineral que funciona como antioxidante y antiinflamatorio. Además de que puede reducir el riesgo de sufrir enfermedades cardiacas, algunos tipos de cáncer y mejorar el sistema inmunológico.

Por todas estas razones, la UNESCO decidió destacar la importancia del cuscús, no solo por sus propiedades alimentarias, sino también por «la expresión de la vida en sociedad».