La Habana está de vuelta: los niños eufóricos y felices, los padres prácticamente igual. Luego que en septiembre la capital de Cuba se transformara en territorio fantasma por el toque de queda debido a un rebrote del coronavirus, hoy la reanudación del transporte urbano y la reapertura de los restaurantes y playas ha devuelto la vida al exterior de las casas.
Pese a que en agosto los contagios por Covid-19 apenas sumaban unas decenas de casos diarios, las autoridades de la isla decidieron reforzar las medidas de aislamiento. Un septiembre en casa dejó a los cubanos de La Habana con la mirada en las ventanas.
Pero ahora, “los niños están muy felices hoy aquí, como eufóricos, necesitaban ese aire, la necesidad de retomar la vida. Ya estaban estresados en casa», explica a EFE Daniel Rodríguez (33 años), quien por primera vez en más de un mes acudió este lunes con sus hijos a una playa urbana del oeste de La Habana.
Con el inicio de octubre vino en La Habana la normalización del horario comercial, la reapertura de restaurantes y la reanudación a 80% del transporte urbano —que estaba completamente suspendido—. Y para más gusto de sus habitantes, atrás quedó el toque de queda nocturno que prohibía la circulación de personas y vehículos entre las 19:00 y 5:00 horas. Ahora la vida en playa, parques, paseos y paradas de autobús bulle felizmente.
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La Habana se divierte
Desde el día 1 de octubre, el número de visitantes a las playas ha ido en aumento en La Habana. “Nosotros nos criamos aquí en la costa y veníamos aquí todo el tiempo», indica Douglas (45 años), que se confiesa feliz por haber recuperado la costumbre de acudir al mar con su familia.
Sin embargo, el mismo Douglas se muestra preocupado: “todos tenemos miedo (ante posibles nuevos rebrotes), pero cada cual tiene que tener conciencia, con su familia y como ser humano, y saber cuidarse”.
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Desde la nueva etapa de reapertura en La Habana, no se permiten fiestas públicas ni privadas que no garanticen el distanciamiento físico, y se mantiene las reglas de seguridad e higiene como el uso obligatorio de la mascarilla, el distanciamiento físico en lugares públicos y centros de trabajo, y el control de la temperatura corporal.
“Hay personas que no respetan las medidas y otras que sí. Las que no las respetan, lo veo un poco mal, porque así nunca vamos a acabar con eso”, asevera por su parte Yanieska, estudiante de 18 años de La Habana.
Algunas cifras que preocupan a La Habana
Cuba atraviesa una crisis agudizada por las cada vez más duras sanciones de Estados Unidos y la suspensión del turismo internacional como consecuencia de la pandemia. Y a esto se sumó el paro de actividades de septiembre, 53 mil empleados públicos permanecieron inactivos, obligando al Estado a desembolsar un monto adicional de 621 millones de pesos (25 millones de dólares) en prestaciones y servicios médicos, según datos oficiales.
“En septiembre lo llevamos mal, porque estuvimos paralizados sin poder hacer nada», lamenta Moraima Cabrera, propietaria del restaurante a pie de costa Bom Appetite, en el barrio de Miramar, en La Habana.
“Como empresaria —continúa Moraima— tengo la ilusión de contribuir, con el esfuerzo que hagamos todos, a remontar la economía, que es lo que hace falta”.
Desde hace semanas las autoridades de Cuba han sugerido en los medios de comunicación estatales que los ciudadanos deben acostumbrarse a vivir con la presencia del virus, manteniendo siempre las máximas precauciones para evitar una propagación masiva y descontrolada, pero esta reapertura ya urgía.
Con información de EFE