El mundo totonaco, tuvo como su antigua capital a la ciudad de El Tajín, rodeada de exuberante vegetación, misma que aún resguarda importantes edificios arquitectónicos que muestran la grandeza y esplendor de la cultura que se desarrolló en esta zona arqueológica de Veracruz.
De acuerdo con los especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de su páginas oficial, explican que a la palabra Tajín se le ha dado varios significados en totonaca, como «el gran humo» o «el trueno». Este último se manifiesta en tres formas: descarga que fulmina a los árboles; que mata a los hombres y que antecede al relámpago, al gran fulgor.
La Zona Arqueológica El Tajín fue la ciudad prehispánica Mesoamericana más importante de la costa norte de Veracruz. Uno de sus edificios más conocidos es la Pirámide de los Nichos, construcción que ostenta seis escalinatas que representan "el camino al encuentro con el sol". 🌞 pic.twitter.com/cMiiMxWW8l
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Otros opinan que su pronunciación libremente se traduce como «lugar de un conjunto de templos de donde sale humo constantemente», debido a que siempre se realizaba la quema de copal. En la actualidad se le conoce como kawi’aksahila s’chik taji’n: «la casa de los truenos».
¿Por qué fue importante El Tajín?
El sitio se localiza en la parte norte de Veracruz, a unos kilómetros del Pueblo Mágico de Papantla y de la ciudad industrial de Poza Rica. Además fue reconocido por la Unesco como Patrimonio Mundial, gracias a la belleza de sus construcciones, así como a su relevancia histórica y cultural que heredó en el país.
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Durante la época de Mesoamérica, fue la ciudad prehispánica más importante de la costa norte del estado. Sus grandes espacios abiertos están delimitados por templos y desniveles, además de las decoraciones con nichos, relieves y pintura mural. Su estructura más relevante se conoce como la pirámide de los Nichos, que consta de un total de 365.
Otras de las construcciones de gran relevancia dentro de este centro político-religioso son el Edificio I y las canchas Norte y Sur del juego de pelota. Su descubrimiento se le atribuye al ingeniero Diego Ruiz en 1785, pero fue hasta 1943 cuando se realizaron de manera formal las excavaciones arqueológicas.