Cada destino turístico cuenta con sus bellezas naturales, pero Tlayacapan, un Pueblo Mágico de Morelos, se destaca por sus hermosas artesanías como las cazuelas de barro de cuatro orejas y jarrones, entre otras figuras elaboradas en barro y que representan a los ángeles y querubines, soles, lunas y figuras de animales.
En Morelos destacan obras artesanales en su territorio como: figuras esculpidas en madera, ollas y macetas de barro natural y barro vidriado con características únicas, muebles de hierro forjado y madera, coloridas creaciones en papel amate, prendas de vestir de manta, instrumentos prehispánicos, collares y pulseras elaborados con cuentas y piedras, bolsas y canastas de palma, papel picado, y muchas otras piezas.
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Estas artesanías se han ocupado de posicionar al estado de Morelos como uno de los lugares con más opciones de artesanías en el país.
Tlayacapan, lugar del barro
El Pueblo Mágico ha adquirido fama a nivel internacional por sus sofisticadas velas de escamas, la diversidad de piezas de alfarería de barro vidriado, pintado o bruñido como: cazuelas de cualquier tamaño, ollas, jarros, cántaros y comales.
Además, puedes encontrar varias fuentes, chimeneas y macetas de las más variadas formas, así como muebles de hierro forjado y madera.
Para encontrar las mejores artesanías debes visitar la calle artesanal Emilio Carranza y en la Plaza del Alfarero, adicionalmente, los sábados y domingos se instala el mercado de artesanías.
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¡Llévate un pequeño recuerdo de #Tlayacapan! Lugar conocido por la riqueza de sus artesanías, ya que se puede encontrar desde velas, barro, cerámica, piezas artísticas y decorativas. #Morelos pic.twitter.com/0bjTxEyN0U
— Turismo y Cultura Morelos (@STC_Morelos) June 3, 2021
Alfarería, un oficio de tradición en Tlayacapan
Este oficio es toda una tradición que ha perdurado en el tiempo y en la memoria de sus creadores por varios motivos por sus bellas creaciones y porque es uno de los atractivos turísticos de la entidad.
La alfarería es una tradición conocida por la elaboración de cazos y cazuelas de gran tamaño, pero hacia la década de los ochenta aparecen las figuras decorativas como una opción productiva y comercial para los artesanos, sobretodo para los más jóvenes.