Desde hace más de 130 años, las bodegas Concha y Toro emanan una presencia oscura, que proviene del mismísimo infierno. Se dice que es el guardián de uno de los vinos emblema de esta casa vinícola y que dio nombre a la etiqueta: el Casillero del Diablo.
Antes de que surgiera el Casillero del Diablo, la historia de la marca comienza cuando zarpó desde Burdeos, en Francia, para navegar el océano hasta llegar a Chile, tierra fértil que fue fecundada por las cepas de aquella travesía.
De esta unión surgió el misterioso vino, de características inigualables que despertaba el deseo de todos: desde el hombre más poderoso hasta el más desfavorecido de la época.
Incluso, se dice que provocó al señor de las tinieblas, quien desde ese momento se convirtió en su protector, para dar vida a la famosa leyenda del Casillero del Diablo.
El rumor de la presencia maligna fue encendido por Don Melchor de Concha y Toro, cansado de que sus botellas desaparecieran de la bodega.
Como el fuego, rápidamente se propagó entre la gente: ”yo lo he visto”, muchos afirmaron. Así la voz se corrió y poco tiempo después el temor se instaló en todos deteniendo los saqueos.
Te puede interesar: Arturo Lugo, el músico del Diablo
Casillero del Diablo Leyenda
La famosa leyenda de Casillero del Diablo sigue viva desde hace más de 130 años, la cual nació en Pirque, en el corazón del Valle del Maipo, dotado de un suelos pedregosos que da vida a uvas Cabernet Sauvignon de alta calidad, cosechadas año con año, para dar forma a este esta etiqueta premium de Concha y Toro.
El Casillero del Diablo es guardado en barricas de roble francés por 20 meses, mismas que dotan a este vino con una presencia ahumada, además de notas de grosella negra, ciruela y cereza roja, acompañadas sutilmente por un toque de chocolate negro y vainilla.
Te puede interesar: La cueva del diablo y sus leyendas
Para conocer a detalle la leyenda del Casillero del Diablo se puede realizar el tour Collectors Experience, un recorrido por el entorno patrimonial e historia de Don Melchor de Concha y Toro, para conocer a fondo cómo nace la cepa Cabernet Sauvignon, ícono del Alto Maipo.
Antes de bajar a las entrañas del Casillero del Diablo, la visita comienza con un paseo por el parque de 22 hectáreas de la residencia de verano del fundador de la viña, diseñado por el paisajista francés Guillaume Renner.
Después se realiza un viaje histórico por la bodega de guarda de Viña Concha y Toro, que data de mediados del siglo XIX, es ahí donde envejece en barricas de roble francés el vino ícono de la marca: Don Melchor.
Otro punto superinteresante para descubrir la opulencia del fundador es su casona, donde un guía comparte todo antecedente de cada uno de sus salones, donde parece que el tiempo se detuvo para ser testigos de la vida que se llevaba en la segunda mitad del siglo XIX.
Claro que el tour tiene un momento de degustación que inicia con una selección de las parcelas provenientes del terroir de Puente Alto, donde se origina el vino Don Melchor.
La visita concluye con la Sala Colección Don Melchor, donde se hallan todas las cosechas, incluso la del Casillero del Diablo, donde la imaginación juega con la mente, dejando ver la silueta del mismísimo Satanás con su trinche (es parte del espectáculo).
Por ahora las visitas están suspendidas como parte de los protocolos que sigue Chile, para evitar la propagación del nuevo coronavirus.
Pero una vez que regresen las actividades, vale la pena vivir la experiencia, sobre todo si se tiene un gusto especial por los vinos de esta casa productora del Casillero del Diablo.