La Cuaresma es una temporada de oración, reflexión, purificación y ayuno para católicos y cristianos, pues simboliza la preparación de Jesús para su crucifixión, muerte y resurrección. Pero, ¿por qué no se come carne roja en esta temporada del año? A continuación te lo explicamos.
De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española, cuaresma proviene del latín quadragesĭma y refiere a los 40 días que los fieles se preparan para vivir la máxima celebración religiosa: la Pascua, cuyo significado es «paso» o «salto» y conmemora el «paso de Jesucristo de la muerte a la vida».
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Cuaresma: tradición y respeto
La tradición de no comer carne roja durante la Cuaresma es una forma de honrar a Jesús de Nazareth, quien previamente a su crucifixión y muerte, pasó 40 días en el desierto en completo ayuno.
Sin embargo, la prohibición de comer carne comenzó únicamente con dos días: el Miércoles de Ceniza, día que marca el inicio de la Cuaresma, y el Viernes Santo, cuando se realizó la crucifixión y muerte de Jesús. El origen de esta prohibición se remonta al siglo II y su significado está relacionado con la purificación.
Los creyentes más ortodoxos suelen aplicar el ayuno de carne roja durante los 40 días de la Cuaresma, pero comúnmente se acostumbra hacerlo el Miércoles de Ceniza, todos los viernes de Cuaresma, Jueves y Viernes Santo. Según la Biblia hebrea, durante la Cuaresma se pueden comer aves y pescados, por ser especies que provienen del agua, y debe evitarse la carne de especies terrestres.
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Esta prohibición comenzó a flexibilizarse en 1966, cuando después de las reformas del Concilio Vaticano II, el entonces papa Pablo VI resaltó en la constitución apostólica Paenitemini que existían otras formas de practicar la penitencia, y que el ayuno de carne roja podría suplirse con oración y obras de caridad. Este precepto fue ratificado en el Código Canónico de 1983 por el papa Juan Pablo II.
En fechas recientes, el papa Francisco resaltó que el verdadero ayuno no consistía en privarse de comer carne: «ayunar es saber renunciar a las cosas vanas, inútiles, a lo superfluo, para ir a lo esencial. Es buscar la belleza de una vida más sencilla», así como «apagar la televisión, desconectarnos del celular y renunciar a tanto palabrerío, tanta crítica inútil», añadió.