El bolillo es uno de los panes más consumidos en México y el fiel acompañante de casi todo, por lo que no puede faltar en ninguno de los hogares del país. Sin su existencia muchos de los platillos nacionales no tendrían sentido o simplemente no existirían.
Qué sería de las tortas de tamal, tortas, chilaquiles, molletes, entre otros antojitos, si no existiera el bolillo, ¿se lo han preguntado? Es probable que sí, es por eso que es importante hablar y ahondar más sobre este delicioso y tradicional pan.
Historia del bolillo
Este delicioso pan es de origen francés y su arribo a México se remonta a la llegada del trigo a América en la época de la colonia, por los españoles, quienes introdujeron el pan de trigo y la técnica para elaborarlo a base de molinos de rueda, impulsados por energía hidráulica o animales.
De acuerdo con varios relatos de carácter popular, un esclavo afrodescendiente, criado de Hernán Cortés, cuyo nombre era Juan Guarrido, encontró en un bulto de arroz tres granos de trigo, mismos que decidió sembrar, logrando germinar uno, dando origen a lo que años más tarde se convertiría en toda una tradición panadera.
Te podría interesar: Historia del pan de fiesta, un infaltable en las ferias de pueblo
Uno de los primeros panes de trigo hechos en México fue el pambaxo, ancestro del pambazo. Este fue bien acogido y apreciado por la clase baja ya que su costo era bajo, eso hizo que se volviera un infaltable en los hogares mexicanos, tal y como sucede actualmente.
Influencia francesa
Sin embargo, el momento clave en la historia de la panadería en México fue durante el porfiriato, cuando la cultura francesa influyó en la vida del país y en su cocina, de ahí que su textura y consistencia sea muy similar al pan francés (esponjoso, crujiente y suave por dentro), cuyo secreto radica en la «masa madre«.
Una de las hipótesis más asequibles sobre el origen del bolillo, asevera fue Camille Pirotte quien la introdujo a territorio nacional. Este era uno de los panaderos de la corte de Maximiliano de Habsburgo, que llegó a Guadalajara durante la segunda intervención francesa para incorporarse como voluntario del ejército francés.
Te podría interesar: El cocol – Un apapacho de sabor
Por orden de Maximiliano, el ejército enseñó a los tapatíos los oficios que dominaban, entre los que destacaban la elaboración de pan, fabricación de muebles e interpretación musical. Sin embargo Pirotte no la pasó del todo bien ya que la levadura no era suficiente para la elaboración del pan, lo que generó que realizara diversas pruebas que consistían en elaborar la masa de dejarla pudrir, fue así como encontró la fórmula del éxito.
La popularidad de Pirotte aumentó porque el pan que no se vendía lo regalaba a la población, fue así como nació el «Birote«, derivado de la complejidad que le causaba a los pobladores pronunciar el apellido del panadero.
Repunte del bolillo
Durante el siglo XX las panaderías tuvieron un crecimiento exponencial en el país, y comenzaron a vender el bolillo caliente, recién salido del horno, para superar a su competencia. Desde entonces surgió la costumbre panadera de sacar bolillo caliente cada 20 minutos.