Los testimonios recabados por el mismo Museo Nacional de Antropología confirman lo que para muchos solo se trataba de un mito: la CDMX casi se inunda el día en que Tláloc arribó hasta sus instalaciones, proveniente del pueblo de San Miguel Coatlinchán, en el Estado de México.
Para los capitalinos de la época representó todo un acontecimiento la llegada del gran monolito de 167 toneladas, quienes aglomeraron frenéticamente las calles que recorrió hasta su encuentro con este recinto, bajo un día atípico, pues el cielo dejó caer una lluvia torrencial, inusual para la temporada.
Pero su traslado no fue nada sencillo, se tuvo que construir una plataforma de 24 metros de largo y 6 de ancho, que fue reforzada con vigas y cables de acero. Además, se cortaron 300 cables de luz y de alta tensión, para que la deidad mexica pudiera dejar la comunidad donde ocurrió su hallazgo.
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¿Qué año llegó Tláloc al museo?
“El 16 de abril de 1964, la imponente escultura prehispánica de Tláloc, dios de la lluvia, llegó a la Ciudad de México bajo un torrencial aguacero que inundó varias colonias; tras una jornada de más de ocho horas se logró su traslado desde el pueblo de Coatlinchán, en el Estado de México”, explica el museo a través de su cuenta de Instagram.
Pero este hecho también quedaría registrado en la historia de la Ciudad de México, como el día en que Tláloc logró lo imposible: azotar a la metrópoli con una tormenta atemporal, justamente en el momento en que entró en el entonces Distrito Federal, la cual tuvo una duración de hora y media, dejando a su paso varias colonias afectadas.
Su entrada fue por el Zócalo capitalino, donde miles de personas se dieron cita para atestiguar la llegada del Dios Tláloc. Fue hasta la medianoche que el coloso llegó a su destino final, para resguardar con sus 7 metros de altura, la entrada al Museo Nacional de Antropología, desde la avenida Reforma.