La manifestación contra el turismo masivo del pasado sábado en Barcelona derivó en momentos de tensión e incluso agresiones a turistas por parte de algunos participantes.
Miles de personas marcharon por el centro de la ciudad para exigir medidas que limiten la afluencia de turistas, argumentando que esta genera un impacto negativo en la calidad de vida de los residentes, como el aumento del costo de la vivienda, la saturación de espacios públicos y la pérdida de la identidad local.
Si bien la protesta se desarrolló en su mayoría de manera pacífica, algunos grupos de manifestantes adoptaron tácticas más radicales. Se reportaron casos de acoso a turistas, incluyendo insultos, gestos hostiles y, en algunos casos, agresiones con pistolas de agua.
Estas acciones fueron condenadas por las autoridades y por diversos sectores de la sociedad catalana.
El Ayuntamiento de Barcelona expresó su rechazo a cualquier tipo de violencia y pidió respeto a los visitantes.
La Guardia Urbana cifró la participación en la marcha en 2,800 personas, mientras que los organizadores la elevan a 20,000.
El movimiento antiturismo en Barcelona no es nuevo, pero ha ganado fuerza en los últimos años debido al aumento del número de visitantes que recibe la ciudad.
Los manifestantes exigen medidas como la reducción de los vuelos en el aeropuerto, el cierre de las terminales de cruceros y la limitación de los alojamientos turísticos.
El debate sobre el turismo en Barcelona es complejo y no hay una solución fácil.
Es importante encontrar un equilibrio entre los beneficios económicos que genera el turismo y la calidad de vida de los residentes.