El cempasúchil, cuyo nombre científico es Tagetes erecta, es una flor que ha cautivado a los mexicanos por siglos. Originaria de nuestro país, su nombre proviene del náhuatl «cempōhualxōchitl» que significa «veinte flores» o «varias flores».
Esta flor, de un intenso color amarillo o naranja, ha trascendido las fronteras de la botánica para convertirse en un símbolo profundamente arraigado en la cultura mexicana, particularmente en las celebraciones del Día de Muertos.
El cempasúchil es una planta herbácea anual que puede alcanzar hasta un metro de altura. Sus flores, agrupadas en capítulos, son de tamaño variable y presentan una amplia gama de tonalidades que van desde el amarillo pálido hasta el naranja intenso.
Su aroma característico, fuerte y especiado, la distingue de otras flores. Esta planta se adapta bien a diversos climas y suelos, lo que ha facilitado su cultivo en diferentes regiones de México.
Esto es lo que simboliza el cempasúchil en nuestra cultura
La relación entre el cempasúchil y nuestra cultura es profunda y milenaria.
Para los antiguos mexicanos, esta flor representaba el ciclo de la vida y la muerte, así como la luz y el calor del sol.
Su color amarillo se asociaba con el oro, símbolo de riqueza y abundancia, y se creía que sus pétalos tenían el poder de guiar a las almas de los difuntos hacia el Mictlán, el inframundo.
En la actualidad, el cempasúchil es un elemento indispensable en las ofrendas del Día de Muertos.
Sus pétalos se utilizan para crear caminos de color que conducen a los altares, simbolizando el camino que deben seguir las almas para regresar a sus hogares. Además, su intenso aroma se cree que atrae a los espíritus de los seres queridos.
También, en la mitología mexica, la flor estaba asociada a Xólotl, el dios de la muerte, quien también tenía el papel de guiar a las almas en su tránsito al inframundo.
Cempasúchil: Usos medicinales y otros
Más allá de su significado simbólico, el cempasúchil también ha sido utilizado por sus propiedades medicinales.
En la medicina tradicional mexicana, se le atribuyen propiedades antiinflamatorias, antibacterianas y antifúngicas. Se utiliza para tratar diversas afecciones, como dolores de cabeza, problemas digestivos y enfermedades de la piel.
Asimismo, el cempasúchil tiene otros usos, como la elaboración de colorantes naturales para alimentos y textiles, y como repelente de insectos.
La luteína que contiene la flor también es extraída y utilizada en suplementos alimenticios para mejorar la salud ocular. En la cocina, algunas comunidades indígenas han utilizado el cempasúchil en la preparación de ciertos platillos, aunque su uso culinario no es tan extendido.
El cultivo del cempasúchil genera una importante actividad económica en diversas regiones de México. Puebla, Morelos, Michoacán, y el Estado de México liderando la producción, son algunos de ellos.
Durante la temporada de Día de Muertos, miles de productores se dedican a cultivar esta flor, lo que genera empleos y derrama económica en comunidades rurales. Sin embargo, la demanda creciente ha llevado a la intensificación de los cultivos y al uso de agroquímicos, lo que representa una amenaza para la biodiversidad y la salud de los suelos.
Por ello, es fundamental promover prácticas de cultivo sostenibles que garanticen la conservación de esta especie y de los ecosistemas donde crece.
El cempasúchil, más allá de una flor
El cempasúchil es mucho más que una simple flor. Es un símbolo de identidad cultural, un legado de nuestros antepasados y una conexión con la naturaleza.
Al cultivar y admirar esta flor, honramos nuestras tradiciones y fortalecemos nuestros vínculos con la tierra.