No, claro que no andamos de escatológicos, más bien te queremos contar sobre este postre típico queretano que proviene de Europa, e interpretado por la cocina tradicional del estado, para proponer su versión, que lleva años deleitando los paladares.
La leyenda cuenta que un chef italiano adoptado por la ciudad de Barcelona, se le ocurrió en pleno siglo XIX, crear unas galletas que bautizó como petto di monca -pechos de monja en español-.
Un idioma complicado para los catalanes, quienes por más que se esforzaron en su pronunciación, terminaron diciendo pedo de monja, nombre que hoy en día vemos en el empaque de estos dulces manjares.
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Tetillas y pedos de monja y para acompañar un buen vino pic.twitter.com/jTFRS4SXUC
— Sor Cirila Petronila Urubidis Delbadajopaabajo (@SorBadajo) May 6, 2020
En el convento sale el pedo de monja
Cuando arribaron a Querétaro, inmediatamente sus reposteros decidieron reinterpretar la receta, para convertirse en uno de los postres predilectos en todo el Bajío.
Aunque existe una versión más, la cual nos lleva hasta la cocina conventual, donde al momento de hornear las galletas, éstas comenzaban a crujir, razón para llamarlas de esta manera.
Como homenaje a la simpática golosina, El Palacio del Chocolate, registró el nombre y lanzó su propia línea. Esta boutique artesanal con sede en la capital del estado, surgió en 2009 y desde entonces fabrica los pedos de monja, con la intención de ofrecer el mejor chocolate del país.