A la llegada de los españoles, la antigua ciudad maya de Edzná, la casa de los Itzáes, había sido completamente abandonada; atrás dejaron los habitantes su rastro entre monumentos olvidados que son evidencia de una gran metrópolis que poseía un importante poder político, económico y religioso entre los años 400 y 1000 d.C.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), cuando esta zona arqueológica se encontraba en su máximo apogeo, conformó un gobierno centralizado que poseía el dominio de los pueblos de sus alrededores. Además, contaba con una eficiente construcción de sistemas de captación, almacenamiento y desecho pluvial.
Allí se erigieron grandes edificios, como el imponente Templo Pirámide de los Cinco Pisos, que se eleva a 39 metros sobre la Gran Acrópolis y que forma parte del extenso Valle de Edzná, en Campeche.
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— INAHmx (@INAHmx) July 13, 2015
Estilo en edificios de Edzná
Templos y palacios fueron revestidos con grandes bloques de caliza, cubiertos con gruesos aplanados de estuco y pintados de rojo intenso, propios de todos los sitios del mundo maya. La mayoría de sus fachadas fueron decoradas con rostros de dioses, animales míticos y símbolos modelados en estuco y pintados de varios colores.
Estos elementos son característicos de la arquitectura Petén, pero su desarrollo llevó a la creación de edificios con otros estilos arquitectónicos, como Chenes, Puuc y Tardíos; una secuencia de construcciones a lo largo de poco más de 15 siglos.
Durante un recorrido lleno de sonidos propios de la selva que rodea a Edzná, se pueden apreciar estelas donde los especialistas en arqueología han aprendido a descifrar la escritura maya, en 90% aproximadamente. En esta misma exploración hay máscaras de estuco que revelan algunos rasgos de las élites que aquí habitaron.