El Centro Histórico de la Ciudad de México es el más grande y emblemático de toda América Latina, además de ser uno de los más importantes centro turísticos del país y del mundo, motivo por el cual el primero cuadro de la capital se convirtió en Patrimonio de la Humanidad en 1987.
En él se concentran algunos de los tesoros más representativos y preciados de la nación, entre ellos, cerca de 1,500 edificios, entre templos, museos, hoteles, tiendas, galerías, teatros, centros culturales, entre otros, tan conmemorativos y con mayor historia que, además de tener una arquitectura fastuosa, son tan antiguos como la conquista española.
A continuación enlistamos algunos de los edificios más antiguos del Centro Histórico de la Ciudad de México:
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Palacio Nacional
Este emblemático edificio es la sede del Poder Ejecutivo Federal y está construido sobre un área de 40 mil metros cuadrados. Además de ser uno de los más antiguos del primero cuadro de la capital del país, se construyó por encargo de Hernán Cortés en 1522 sobre el Palacio de Moctezuma, para que fungiera como su segunda casa.
Durante el periodo de la Nueva España sufrió un gran incendio, razón por la que tuvo que ser casi demolido en 1692, debido a los motines del pueblo para exigir solución a la hambruna que azotaba a la ciudad.
En 1711 fue construido y remodelado en 1930. Tras la consumación de la Independencia de México, el Palacio Nacional se convirtió en la sede de los tres poderes; incluso fue usado como residencia personal de los gobernantes entre 1822 y 1884; a partir de ahí, permaneció como oficinal presidencial hasta 1968 y en 2018 volvió a recuperar esa función.
Catedral Metropolitana
Su nombre es Catedral Metropolitana de la Asunción de la Santísima Virgen María a los cielos de Ciudad de México y funge como sede de la Arquidiócesis Primada de México.
Este imponente recinto religioso mide 59 metros de ancho por 128 de largo y 67 metros de altura hasta la punta de sus torres. Su construcción inició en el año de 1573 bajo la dirección del arquitecto español Claudio de Arciniega.
La Catedral fue un símbolo de la caída de Tenochtitlán, ya que se construyó sobre los restos del Tempo de Quetzalcóatl, evidenciando la conquista de México. Fue inaugurada en 1813 y terminada en 1873, con la colaboración de célebres arquitectos de le época, como Isidro Vicente de Balbas, José Joaquín de Torre, José Damián Ortiz y Manuel Tolsá, quien la finalizó.
Su construcción mezcla una arquitectura gótica, barroca, churrigueresca y neoclásica. Cuenta con cinco naves que se componen de 51 bóvedas, 74 arcos y 40 columnas, así como dos torres-campanario que contienen 35 campanas.
Antiguo Colegio de San Ildefonso
Los jesuitas iniciaron su labor educativa en la capital novohispana con la fundación del Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo y cuatro seminarios: San Pedro y San Pablo, San Bernardo, San Miguel y San Gregorio.
De la fusión de los últimos tres nació, en 1583, el Colegio de San Ildefonso, para que los colegiados de dicha congregación residieran en una institución bajo la tutela de un sólo rector, por lo que fungió como una de las sedes educativas más importantes de la orden Jesuita.
Tras la expulsión de los jesuitas decretada por el rey Carlos III en 1767, el edificio tuvo diversas funciones: cuartel en de un batallón del Regimiento de Flandes, colegio administrado por el gobierno virreinal y dirigido por el clero secular, sede temporal de la Escuela de Jurisprudencia, de cátedras de la Escuela de Medicina y cuartel de las tropas norteamericanas y francesas en 1847 y 1862, respectivamente.
Este recinto histórico fue erigido en 1583. Posteriormente, se convirtió en la Escuela Nacional Preparatoria en 1837, cuyo primer rector fue Gabino Barreda. En 1910, la Escuela Nacional Preparatoria pasó a formar parte de la Universidad Nacional fundada por Justo Sierra.
Hoy en día es uno de los museos más importantes de la Ciudad de México, albergando grandes obras de célebres muralistas como Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, entre muchos otros.
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La Casa de los Azulejos
En una de las esquinas del Centro Histórico se encuentra un sitio que brilla con luz propia gracias a su originalidad y singular belleza. La Casa de los Azulejos es una de las obras civiles más hermosas de la corriente barroca novohispana, enmarcada por talavera.
Este recinto es uno de los más icónicos y emblemáticos de la capital. Fue construido en el siglo XVI, para ser residencia delos condes de Valle de Orizaba, desde 1596 hasta 1871.
La Casa de los Azulejos fungió aparentemente como refugio de los simpatizantes de Hernán Cortés. Su primer dueño fue Hernando Ávila, seguido de Damián Hernández, para posteriormente convertirse en residencia de los condes de Valle de Orizaba.
En 1881 se convirtió en el Jockey Club y posteriormente en la Casa del Obrero Mundial. Desde entonces la calle 5 de mayo se convirtió en la más elegante del porfiriato.
Gracias a su excelente ubicación, Sanborns decidió rentarlo y lo adquirió en 1978. En su interior reguarda dos majestuosos murales: Pavorreales de Palcologne de 1918 y Omni-Ciencia de José Clemente Orozco en 1925.
Su estilo es único en el mundo ya que conjuga un híbrido entre la artesanía mexicana, el barroco y la arquitectura colonial.
Palacio de Minería
Al final de la calle de Tacuba se encuentra el Palacio de Minería, obra maestra del Neoclasicismo en América Latina. Esta edificación es obra del arquitecto español Manuel Tolsá, quien también participó en la construcción de La Catedral Metropolitana.
Fue construido para albergar al Real Seminario de Minería y el Real Tribunal de Minería, a fin de formar académicamente a los mineros a partir de 1813. Su majestuosa arquitectura conjuga luz, espacio y funcionalidad y es parte del patrimonio artístico y cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), bajo el resguardo de la Facultad de Ingeniería.
Debido a los problemas de cimentación y estructurales que provoca el subsuelo de la Ciudad de México, con el paso de los años tuvo que ser remodelado y restaurado en su totalidad, obras que estuvieron a cargo de la Sociedad de Exalumnos de la Facultad de Ingeniería.
Antiguo Palacio de Iturbide
Anteriormente era conocido como Casa de Moncada o Palacio de Moncada, fue comisionada por don Miguel de Berrio y Zaldívar, marqués de Jaral de Berrio, y su esposa, doña Ana María de la Campa Cos Ceballos y Villegas, condesa de San Mateo de Valparaíso, como un regalo nupcial para su hija María Ana de Berrio y Campa, la cual se desposaría con don Pedro Moncada.
Dicho proyecto fue encargado en 1770 al arquitecto Francisco Antonio Guerrero y Torres, aunque fue terminado por su cuñado Agustín Durán y erigido sobre los restos de la Orden de Santa Brígida. Su construcción finalizó en 1785.
Es considerada una obra icónica del barroco mexicano, además de ser la residencia de Agustín de Iturbide entre 1821 y 1823, tiempo en el que fue coronado Primer Emperador Constitucional de México, de ahí se rebautizó como Palacio de Iturbide.
Posteriormente se convirtió en sede de la Real Escuela de Minas, así como en oficinas públicas, hotel, cocheras para diligencias, cuartel, oficinas y locales de comercio. Sin embargo, las modificaciones más representativas se dieron durante su época como hotel, a cargo del arquitecto don Emilio Dondé.
Años después, en 1964 el Banco Nacional de México adquirió el inmueble. Hoy en día es le Palacio de Cultura Citibanamex, destinado a exposiciones, convenciones y actividades artísticas.
Casino Español
El Casino Español se fundó en 1863 por un grupo de miembros destacados de la colonia española de México, entre los que destacaron José Toriello Guerra, Manuel Mendoza Cortina, Cayetano Rubio, Isidoro de la Torre, Genaro Perodorgo, Francisco Solís, Salvador de la Fuente y Niceto de Zamacois, entre otros.
Fue fundado para que la colonia española tuviera un lugar donde reunirse y así poder mantener vivas sus raíces. Asimismo, se construyó para fomentar las buenas relaciones entre México y España, ya que en 1836 ambas naciones firmaron el tratado de Santa María-Calatrava, donde el país europeo reconocía de manera oficial la Independencia de México.
En 1842 se inauguró la Sociedad de Beneficencia Española, y años más tarde, varios de sus miembros crearon el Casino Español, acondicionándolo como un sofisticado club. Actualmente el lugar sigue abierto y cuenta con dos restaurantes especializados en la cocina española. Además de ser un recinto para actividades culturales.
Cuenta también con una biblioteca especializada en las relaciones México-España llamada «Carlos Prieto«, que tiene un acervo de 14,863 libros.