En una cañada ubicada entre los estados de Hidalgo y Veracruz, se encuentra La Cueva de La Mesita, la cual resguarda una gran patrimonio cultural e histórico de México, vinculados a la tradición indígena otomí de la pintura blanca.
En su costado veracruzano, La Cueva de la Mesita registra 26 sitios con pictografías en rocas, paredones y demás formaciones naturales, así lo dio a conocer el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Dichos señalamientos fueron revelados durante el II Coloquio Virtual «Boca de Potrerillo«, por los investigadores del Centro INAH Veracruz, Ana María Álvarez y Gianfranco Cassiano; y del Centro INAH Hidalgo, Alfonso Torres y Nadia Vélez.
Investigadores del INAH creen que dichos vestigios rupestres están asociados con grupos de cazadores-recolectores; especificando que la mayoría de estas manifestaciones gráficas se vinculan con la tradición otomí de pintura blanca, presente en el Altiplano y las Tierras Bajas de Hidalgo entre los años 950 y 1521.
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La Cueva de la Mesita y todo el corredor donde se ubica, aún son lugares de culto para los otomíes, quienes aún consideran a la luna y a los monolitos, entidades ligadas a sus ancestros. #PrensaINAH ➡ https://t.co/jkgoNF9XkN #ContigoEnLaDistancia pic.twitter.com/ueE1Sp5ArR
— INAHmx (@INAHmx) February 5, 2021
El investigador Alfonso Torres señaló que en la Cueva de La Mesita hay dos paneles principales con pictografías. El primero, a una altura de 11 metros, con 12 elementos gráficos en tres conjuntos.
«Esta disposición, a manera de techo, se relacionado con motivos de carácter astronómico. Hay una elección de techos oscuros ahumados para representar elementos del cielo nocturno», declaró.
Asimismo, señaló que existe un segundo panel que contrasta con el primero, ya que se encuentra a ras de suelo y cuenta con seis elementos de biomorfos (rostros) y un par más de antromorfos.
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Analizando diversas fuentes históricas, los investigadores del INAH se plantearon como hipótesis que dichos panel está asociado con la ceremonia ancestral del Fuego Nuevo.
Esta teoría se ve reforzada con la presencia de algunos motivos pictográficos que aluden a las constelaciones Miec y Mamalhuaztli, las cuales estaban profundamente ligadas a dicha ceremonia.
«Todos estos rasgos de Tezcatlipoca, figura nahua que a veces acompañaba el encendido del fuego bajo la forma de Mixcóatl», finalizó Torres.
Por otra parte, Nadie Vélez recalcó que el panel que se encuentra a ras de suelo en la Cueva de La Mesita muestra elementos acuáticos. Asegurando que los rostros plasmados se asocian con los wemas, seres míticos que, de acuerdo con la tradición otomí, vivieron en una era anterior a la humana pero tras el diluvio en el mundo, quedaron atrapados y se convirtieron en piedras y megalitos.
Por último Ana María Álvarez, aseveró que la Cueva de La Mesita y el corredor donde se encuentra este cuerpo cavernoso, sigue siendo un lugar de culto para la cultura otomí.