La Alhóndiga de Granaditas era un edificio emblemático y fue tomado por el movimiento insurgente de 1810 comandado por Miguel Hidalgo y Costilla e Ignacio Allende, pero con la ayuda de El Pípila.
De acuerdo con los historiadores, la fecha del golpe de estado se tenía contemplado para el 2 de octubre de 1810, fecha en que se celebraría la Feria de San Juan de los Lagos y habría una gran multitud convocada.
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Sin embargo, la conspiración se descubrió cuando Ignacio Allende cayó prisionero.
¿Cómo fue la toma de la Alhóndiga de Granaditas?
La Alhóndiga de Granaditas era de los edificios más importantes en la Ciudad de Guanajuato y fue mandada a construir por órdenes del virrey Miguel de la Grúa Talamanca de Carini y Branciforte en 1796 y su proyección estuvo a cargo del arquitecto José del Mazo Avilés.
Esta construcción tenía el principal objetivo de almacenar granos, pero fue por muy poco tiempo.
No contaban que el cura Miguel Hidalgo convocaría la fuerza de 6 mil hombres y mujeres mediante el Grito de Dolores para iniciar la guerra de Independencia.
En su paso por Atotonilco, Hidalgo tomó un estandarte de la Virgen de Guadalupe, el cual se convertiría en símbolo de la Guerra de Independencia y cuya imagen tenía una fuerte presencia entre todos los novohispanos.
A su paso por la ciudad de Guanajuato, Miguel Hidalgo envió una carta en la que invitaba a la rendición sin violencia. El texto estaba dirigido al español Riaño, con quien había trabado una fuerte amistad. Sin embargo, éste se negó a acceder a las peticiones del sacerdote, afirmando su lealtad al virrey de la Nueva España.
Entonces, el 28 de septiembre de 1810 comenzó la lucha por la Alhóndiga de Granaditas, en cuyo interior se resguardó una gran cantidad de civiles que estaban a favor de las fuerzas realistas, la mayoría de ellos eran criollos y españoles de alta alcurnia. Las fuerzas de Hidalgo lideradas militarmente por Allende, Aldama y Jiménez, sitiaron fácilmente a Riaño, quien ese día cayó en combate.
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Sin embargo, los insurgentes no podían ingresar al edificio, por lo que Juan José de los Reyes Martínez, El Pípila, se ofreció para quemar la puerta de la Alhóndiga de Granaditas y dejar que el ejército entrara.
El Pípila colocó un pedazo de cemento sobre su espalda para resguardar su seguridad por el fuego cruzado y llegar sin problema a la puerta de la Alhóndiga de Granaditas para poder quemarla.
Los insurgentes entraron y fusilaron a los civiles que estaban dentro, para luego apoderarse de sus bienes.