México, cuna de ancestrales civilizaciones, alberga un tesoro natural que ha sido parte fundamental de su historia y cultura: el agave o maguey. Esta asombrosa planta apareció en estas tierras hace 10 millones de años, y desde entonces, sus hojas, savia, piña, raíces e incluso las plagas que en ella habitan han sido aprovechados por los antiguos habitantes del continente.
Con más de 285 especies de agave en el mundo, aproximadamente 200 de ellas se han convertido en parte esencial del paisaje nacional, tiñéndolo de tonos verdes, azules e incluso púrpuras. Sin embargo, a pesar de su arraigo en la cultura mexicana, nos enfrentamos a la triste realidad de que muchas variedades de maguey, como el maguey salmiana, han sido llevadas al borde de la extinción.
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El maguey salmiana es especialmente valioso debido a que de él se extrae el aguamiel, una savia rica en nutrientes que se fermenta para producir el pulque, bebida con grado de alcohol que fue considerada sagrada para los aztecas. El aguamiel contiene una asombrosa variedad de propiedades benéficas para la salud, como minerales, vitaminas, ácidos, fósforo, calcio, hierro, boro, zinc, tiamina e inulina. Además, sus azúcares, mayormente fructuosa e inulina, son considerados «azucares reductoras», seguros para personas con diabetes cuando se consumen con moderación.
Sin embargo, la sobreexplotación y el mal manejo han llevado a que muchas especies de maguey, incluyendo aquellas utilizadas para la producción de mezcal y tequila, se encuentren en peligro de extinción. La separación clandestina de la cutícula de las pencas para la elaboración de mixiotes y barbacoa es una práctica dañina que pone en riesgo la supervivencia de estas plantas, dejándolas desprotegidas, deshidratadas y condenándolas a una trágica muerte.
El maguey, sin embargo, es más que una fuente de bebidas alcohólicas. Proporciona forraje, textiles y fibras, y su capacidad para resistir sequías y producir más dióxido de carbono que un árbol lo convierte en un valioso aliado en la lucha contra la erosión.
En 1989, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura declaró al maguey en peligro de extinción, alertando sobre la necesidad urgente de proteger esta planta esencial para el ecosistema y la cultura mexicana.
Es momento de tomar acción y proteger este tesoro natural. El cultivo inteligente y sustentable del maguey es una vía para preservar sus especies y promover una simbiosis entre el ser humano y la planta. Productos como el aguamiel y el pulque ofrecen grandes beneficios para la salud, y su demanda puede ser un impulso positivo para las zonas desérticas de México.
Plantar magueyes y consumir sus productos es una forma de colaborar en la protección de esta invaluable planta. Probar aguamieles, mieles de maguey y otros destilados de agave como raicilla, sotol y bacanora es una manera de apreciar y valorar esta riqueza natural. El maguey merece ser rescatado y apreciado por las generaciones futuras, y es nuestro deber como mexicanos cuidar y preservar este tesoro que ha sido parte de nuestra historia y cultura durante milenios.
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