Si lo vemos en un mapa, con mirada eurocentrista, diríamos que Marruecos es la puerta africana a Europa. Pero si jugamos un poco, volteamos el mapa y volvemos a mirar, podríamos afirmar que es ese territorio rico en cultura y ampliamente transitado durante siglos, es la cabeza africana al que mucho le debe Europa.
Pero como esto solo es un juego, diremos que Marruecos una nación islámica con un intercambio cultural riquísimo, con una ubicación verdaderamente privilegiada en el Mediterráneo y una vida que comenzó en la prehistoria. Eso sin contar sus apabullantes paisajes naturales y su hermosa arquitectura.
Por eso, sin más, te invitamos a conocer los lugares imperdibles de este país, que ostenta nueve lugares considerados Patrimonio de la Humanidad y seis virtudes inscritas en la Lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO.
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Marrakech
La llamada Ciudad Roja, Marrakech es la honorífica urbe que da nombre a todo el país. Con olor a menta, a partir de la Plaza Jemaa —donde verás puestos de especias y frutas y, en la noche, puestos de comida— es posible dirigirse hacia mezquitas, palacios, o la elevada y enorme mezquita de Koutoubia, construida en el siglo XII, donde los creyentes pueden orar en paz (está prohibido el ingreso a los no musulmanes) y con una vista excepcional de la ciudad.
Fez
Una de las universidades más antiguas del mundo se localiza en la ciudad de Fez, quizá la más llamativa de las ciudades marroquíes. En realidad, Fez es el resultado de la unión de tres poblaciones más pequeñas: Fez el Bali, Fez el Jedid y la llamada Ville Nouvelle.
Si bien es conocida como la capital espiritual y cultural de Marruecos, sobresale su casco antiguo amurallado, fundado en el siglo VIII —es más antigua que Marrakech—, y su hermosa arquitectura con alucinantes diseños te atrapará.
Meknes
Una de las cuatro ciudades menos imperiales concurridas es Meknes, mucho más relajada y fácil de caminar. Se ubica al pie de las montañas del Atlas Medio, rodeada de un valle verde, a unos 130 kilómetros de Rabat, la capital oficial de Marruecos.
Hay bastantes lugares para visitar: Plaza el-Hedim, el centro de la vida pública y cultural de la ciudad, con restaurantes y terrazas. En este espacio se halla la bellísima puerta decorada con azulejería de Bao el Mansour, construida por Muley Ismail en el siglo XVIII.
También puedes admirar el Museo Dar Jamaï, uno de los más interesantes de Marruecos, y Volubilis, las mejores ruinas romanas del país.
Chaouen
Este es uno de los pueblos más bellos de Marruecos —y eso es ya mucho decir—: la luz clara que ilumina el azul de las casas ha vuelto a Chaouen un lugar irresistible e inspirador para artistas de todo el mundo, como Henri Matisse o Eugéne Delacroix.
Durante el año, la misma gente del pueblo pinta sus casas y las calles con formas irregulares, pero con el obligado azul.
La mejor forma de llegar es desde Ceuta, que se encuentra a 100 kilómetros al norte. Y la mejor época para hacerlo es en los meses de primavera u otoño.
Rabat
Al final de este recorrido se encuentra la capital de Marruecos. Rabat es la cuarta ciudad imperial que se convirtió en el refugio para los musulmanes expulsados de España a principios del siglo XVII.
Fue fundada en el siglo XII por Abd al-Mumin, hoy es una mezcla de tradición y modernidad que se refleja, por una parte, en las callejuelas de la medina y, por otra, en los edificios públicos construidos durante la época del colonialismo francés.
Aunque no es tan turística como la otras tres ciudades imperiales, el encanto de Rabat es especial y merece la pena ser visitada.