Don Alonso es un perro callejero que le gusta viajar por el transporte público de Bolivia, ya que se le ve en los ‘PumaKatari’, los autobuses del sistema de transporte municipal de La Paz que le adoptó hace un quinquenio.
Este perrito pasó de vivir en las calles a formar parte del Patio de Caja Ferroviaria, el garaje de los autobuses que cubren la ruta del transporte municipal entre este barrio y la plaza Alonso de Mendoza en el centro histórico paceño.
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La historia entre Alonso y los ‘PumaKatari’ inició en 2016, cuando el perro negro apareció en la plaza que le dio nombre.
De acuerdo con testimonios del personal, este perrito fue abandonado en inmediaciones de la plaza Alonso de Mendoza en el centro de la ciudad cuando estaban iniciando operaciones en esa ruta.
Conforme pasó el tiempo, el perrito empezó a confiar en los conductores y anfitriones que asisten a los pasajeros en los autobuses, así como en los despachadores, quienes le daban comida.
Tanto fue el apego de los funcionarios quienes lo dejaron subir un día a los ‘Pumas’ que lo llevó hasta la Caja Ferroviaria.
El perrito fue adoptado tras lograr las autorizaciones necesarias y viajar en el transporte público.
Don Alonso conoce toda la ruta
El perrito aprendió las paradas de cada ruta, los conductores aseguran que podría subir en una y trasladarse a otra para volver a casa.
Incluso, aprovecha para saludar a varios conocidos suyos, entre vecinos y vendedoras de comida que se localizan en la calle, pero cuando es hora del almuerzo vuelve a subir a uno de los autobuses.
Don Alonso ya es un perro mayor, así que debido a su edad, ya no le permiten salir mucho. Y si lo hace, es “siempre con monitoreo”, es decir, alguien lo despacha y lo esperan tanto en la parada de la plaza como en la de Caja Ferroviaria para vigilar además que no pelee con otros canes callejeros.
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El animal sube a los autobuses, se deja colocar un bozal y se acomoda junto a su supervisor para iniciar el viaje.
Aquellos pasajeros que se suben al vehículo pasan al lado de Don Alonso casi sin sorprenderse del perrito, ya que algunos lo saludan sin problema.