Cuenta la leyenda que Papantzin encontró un ratón que estaba royendo un maguey, del cual escurría un líquido de sabor dulce. Al llegar a casa, se dio cuenta que había cambiado de color y sabor, aun así prosiguió con la degustación de lo que ahora conocemos como pulque.
Después de un rato se sintió diferente y mucho más feliz: se había embriagado sin saber. Todo un acontecimiento que —creyó— debía expresar y compartir, nada más ni nada menos que a su rey, Tepalcatzin.
Hasta el encuentro con el soberano llevó el fermentado, a su esposa y descendencia. A partir de ese momento se conoció esta bebida, para dar paso a su carácter sagrado-religioso, su atribución a la fertilidad ysu consumo exclusivo de la nobleza prehispánica, así que estaba prohibida para las personas del pueblo.
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— INAHmx (@INAHmx) December 20, 2020
Conoce cómo se dio su descubrimiento, a través de un personaje de nombre Papantzin, quien observó como un ratón de campo roía un maguey de cuya base escurría un líquido.
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Pulque con final feliz
También surgió una linda historia de amor entre el rey y la hija de Papantzin, Xóchitl. Ella que pasó a ser esposa del gran monarca, luego se convirtió en la reina de Tula y su hijo Meconetzin, en el heredero universal.
Una historia que es narrada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) por medio de una historieta con la comparte esta leyenda que tiene su origen en la época prehispánica, la cual cuenta cómo fue descubierta esta bebida.
Como dato curioso, este mismo encuentro se puede observar en la pintura titulada El descubrimiento del pulque, de José María Obregón, de 1869. En esta obra se describe el mítico encuentro que tuvo lugar en el esplendor de la Tula tolteca, alrededor del año 900 d.C.