El color como instrumento de cohesión social, esa pareciera ser la consigna del proyecto Basketcolor, iniciativa de Nómada Laboratorio Urbano, que busca “generar una intervención urbana que revitalizara la cancha ubicada dentro del parque de la comunidad” de Ciudad Juárez.
El fraccionamiento Paquimé es desde 2019 el escenario de esta dinámica sociocultural en la que niñas, niños y jóvenes de esa localidad fronteriza pueden convivir, practicar deporte y ayudar en la conformación de la identidad vecinal.
Por la recuperación de Ciudad Juárez
Este proyecto es mucho más que canchas pintadas. Hay que tener en cuenta que entre los años 2008 y 2012, este dinámico y complejo centro urbano padeció una ola de violencia que obligó a las ciudadanos y residentes a “ceder” los espacios públicos a la delincuencia organizada.
A partir de esta situación, y con el apoyo directo del Instituto para la Cultura del Municipio de Juárez y la Dirección General de Desarrollo Social, el colectivo Nómada Laboratorio Urbano se dio a la tarea de recuperar canchas deportivas y sitios urbanos a través del color. Y una de varias intervenciones es precisamente Basketcolor.
Poco a poco, la recuperación de las calles y espacios abiertos en Ciudad Juárez por parte de los habitantes del lugar se ha hecho manifiesta. En específico, la intervención consistió en transcender la función o carácter deportivo de las canchas del lugar, para convertirlos en “espacios coloridos y gráficos, que actúan como laboratorios de innovación”.
La convivencia visibiliza
procesos de resiliencia urbana
en el espacio público.
Eficacia probada
Aunque Basketcolor pareciera una ocurrencia agradable (pintar las canchas para convertirlas en un espacio gráfico muy colorido, mediante un diseño participativo), Nómada Laboratorio Urbano ha probado la eficacia de su modelo de intervención, pues “hemos experimentado diversos fenómenos urbanos y socioculturales en el espacio público de Ciudad Juárez; desde la complejidad de las áreas subutilizadas hasta los espacios emergentes que representan focos de oportunidad para la intervención comunitaria”, explica el equipo de este colectivo.
“Se ha detectado que a pesar de las condiciones de vulnerabilidad y rezago social de los contextos en donde se emplazan, las canchas toman un rol activo de ‘bastiones lúdicos’ en la comunidad”, pues muchas veces son los espacios de congregación no sólo para practicar deporte, sino que funcionan como centros de reunión vecinal, sedes de “tocadas” o conciertos o espacios donde las relaciones sociales o afectivas tiene un reactor en realidad potente, destacó el colectivo.
Con información de AD Magazine