Seguramente si hablamos de razas caninas mexicanas te vienen a la mente el pequeño Chihuahua, el místico xoloitzcuintle y el imponente Calupoh, pero ¿sabías que hubo otro perro que acompañó a las antiguas civilzaciones ? Te contamos acerca de los Tlalchichis.
Fray Bernandino de Sagahún en su libro Historia general de las cosas de la Nueva España relata que los tlalchichis eran pequeños perritos regordetes, cuya carne era muy buena para comer que incluso era mejor que la del xoloitzcuintle.
Tlalchichi significa «perro de piso» debido a que su pancita tocaba el suelo, su cabeza no tenían proporción con el resto de su cuerpo y no tenían pelo.
Los tlalchichis no sólo fueron tiernas mascotas, sino que en diversas ocasiones fueron los sustitutos de los humanos en los sacrificios cuando no había prisioneros, y como se mencionó anteriormente eran comidos generalmente en los rituales.
En los años 100 y 200 d.C comenzaron hacerse representaciones de los tlalchichis en cerámica y gracias a estos artefactos sabemos como eran estos animalitos ya que la raza se considera completamente extinta, debido a que durante el Siglo XVII las autoridades ordenaron que se exterminara por medio del envenenamiento a cualquier perro que rondara las calles de la Nueva España.
En la ciudad de Colima en el tercer anillo periférico de Vila de Álvarez, en la salida hacia Comala se encuentra una glorieta con una estatua llamada «Perritos colimotes bailarines» y aunque han sido confundidos con xoloitzcuintles, en realidad son tlalchichis.
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