Para los viajeros, Egipto tiene preparadas grandes sorpresas: navegar entre delfines en el Mar Rojo, contemplar un atardecer sobre el río Nilo en un típico velero nubio, observar bandadas de cigüeñas, descansar en un embalse en el desierto del Sinaí o saborear el café con jengibre típico en una tienda de los nómadas ababda, son las nuevas experiencias que te ofrecerá esta nación africana.
El Ministerio de Medio Ambiente de Egipto busca sacudirse el parón turístico en seco que le provocó la pandemia por coronavirus. Y no es que busque olvidarse de los clásicos de siempre: las pirámides o el complejo de Abú Simbel; su meta es que los turistas tengan más opciones para adentrarse en sus fronteras, como su biodiversidad y su variedad etnocultural, con una clara y fuerte apuesta por el ecoturismo. Por eso ha dado a conocer la campaña Eco Egypt (Eco Egipto).
“Abrirnos al ecoturismo significa preparar el camino para que cuando se reactive el turismo en abril de 2021, como indican los estudios, haya más opciones en nuestro país, además de lo que supone para la conservación de la naturaleza”, señaló Yasmine Fouad, ministra de Medio Ambiente de Egipto.
En colaboración con el Ministerio de Turismo, Yasmine Fouad busca diversificar la oferta turística de Egipto y contribuir al mismo tiempo a la preservación de su biodiversidad. Un plan que beneficiaría mucho más que al sector turístico.
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Los nuevos destinos de Egipto
De julio a la fecha, Egipto ha recibido a alrededor de 250 mil viajeros, la mayoría en destinos turísticos del Mar Rojo, que cuentan con playas y arrecifes de coral. Una cifra significativamente baja si tomamos en cuenta que el año pasado registró cerca de 13 millones de visitantes y en los dos primeros meses de 2020, ya sumaba 2.3 millones.
Ante este panorama, Yasmine Fouad busca diversificar y ampliar las ofertas turísticas. Quizá poca gente lo sepa, pero Egipto cuenta con 30 parques nacionales, “áreas protegidas que conectan los recursos naturales con las comunidades locales y el aspecto cultural de esas comunidades”.
Algunas de las actividades ecoturísticas más atractivas en estos sitios son, sin duda, el avistamiento de aves —cada año transita un millón de estas especies— o la observación de estrellas.
El caso de Wade el Gamal, en el sur de Egipto, es un claro ejemplo de una experiencia exitosa de ecoturismo. Es un parque natural de 7 mil 450 kilómetros cuadrados donde se combina una exuberante fauna marina con delfines, corales, dugones o tortugas.
En este paraíso de Egipto hay también un denso manglar, una parte de desierto y las ruinas de un asentamiento minero romano. Y lo mejor: la comunidad ababda se ha involucrado en la actividad turística. Se encargan de guiar a los visitantes a los arrecifes coralinos, al encuentro con delfines, les muestran cómo guiarse en el desierto por las constelaciones, a seguir huellas de animales o los usos tradicionales de los 114 tipos de plantas de la zona.
Ayrian Qarabawy, un guarda de la reserva de esa pueblo originario, señala: “antes el turista sólo venía para divertirse en el mar o en el desierto, no conocía nada sobre la cultura local”.
“En el turismo tradicional de Egipto, los comunidades locales han estado un poco al margen, pero ahora la práctica del ecoturismo puede hacer de ellos el centro de la propia actividad”, auguró por su parte Ahmed Yehia, fundador de Eco Nubia, un ecohotel en Asuán edificado con materiales naturales y gestionado por la comunidad nubia.
Con información de EFE
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