Cuarenta Casas es la denominación toponímica acuñada por Alvar Núñez Cabeza de Vaca en el siglo XVI y que los pobladores de la región siguen empleando como referencia al número indeterminado de abrigos rocosos con vestigios arqueológicos y aludiendo al número 40 sólo por decir un número.
Los arqueólogos denominan este lugar, que data del año 1200, como Casas de los acantilados o Cliff dwellings. Se ubica en el municipio de Madera, en Chihuahua, y es un asentamiento prototípico de la provincia serrana que fue habitada por grupos de cazadores-recolectores, basketmakers y agricultores con influencia de la Cultura Casas Grandes.
Los dos conceptos fueron empleados para interpretar la evolución cultural de estos grupos. Dichas construcciones fueron levantadas al interior de las cuevas y abrigos formados en los acantilados; además de viviendas, se cree que fueron empleados como talleres.
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Cuarenta Casas y Paquimé
El asentamiento de las Cuarenta Casas fue importante en las relaciones que la antigua ciudad de Paquimé sostuvo con las regiones costeñas del océano Pacífico y el Golfo de California. El apogeo de la ciudad de Paquimé tuvo lugar entre los años 1200 y 1260 d.C., época en la que quizá haya sido construido el conjunto.
La zona de las Cuarenta Casas fue empleada como una escala intermedia para que los Paquimé tuvieran contacto con culturas localizadas en las costas de los golfos de México y de California.
Cuarenta Casas es un conjunto de asentamientos localizados en la misma zona del municipio de Madera, como las cuevas de Las Ventanas, del Gato, de la Serpiente y del Puente, entre otras.
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Las edificaciones dentro de estas cavernas son similares entre sí. Están hechas de tierra compactada, con puertas y ventanas tipo «T». La más accesible es la cueva de Las Ventanas, en cuyo interior se pueden encontrar habitaciones, un granero, cocinas y la tumba de quien se cree pudo ser el gobernante de la zona.
En los edificios de Cuarenta Casas se han encontrado innumerables tesoros: objetos de cerámica, textiles y grabados con la iconografía característica de dicha cultura. Por éstos se sabe que los pobladores de esta región se dedicaban a la caza de animales pequeños, recolección de maguey, bellotas y semillas de yuca, así como cultivo de vegetales como calabaza y maíz.
Las primeras fotografías y descripciones técnicas de esta zona fueron realizadas por el explorador noruego Carl Lumholtz en 1891, quien envió a registrar el sitio a G.H. Taylor, ingeniero civil y fotógrafo; gracias a sus notas de campo, Lumholtz pudo reportar este lugar en su libro El México desconocido.
Para visitar la zona es recomendable ir bien hidratado, con ropa cómoda y calzado adecuado (antiderrapante) para el ascenso y descenso; el recorrido dura aproximadamente dos horas. No se recomienda realizar el recorrido a personas con hipertensión arterial, problemas cardiacos, asma, con niños de brazos o mala condición física.
El horario para visitarlo es de lunes a domingo de 9:00 a 18:00 horas. Cuenta con servicios como baños, áreas de estacionamiento, de descanso, visitas guiadas, información y centro de visitantes.