Entre los municipios de Manuel Benavides y Ojinaga, en el estado de Chihuahua, se encuentra el Cañón de Santa Elena, una área de protección de flora y fauna que bien podría considerarse un monumento natural cuya superficie es de 277 mil 209 hectáreas de desierto.
El Cañón de Santa Elena combina diferentes tipos de vegetación: matorral desértico micrófilo, matorral desértico rosetófilo, pastizal, vegetación riparia, bosque de encino y pino, donde abundan diversas especies.
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También hay aves y mamíferos que se han adaptado al clima árido, como el gato montés, los venados, el oso negro y las aves rapaces, entre las que destacan el águila real, halcón peregrino y castor.
El Cañón de Santa Elena cuenta con paredes rocosas que llegan a medir hasta 500 metro de alto y se encuentra limitado al norte por el río Bravo y al este por Coahuila, combinando lo mejor del desierto con el clima templado-frio, razón por la que su biodiversidad es extensa.
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Cañón de Santa Elena, área de conservación
En este monumento natural también hay manantiales, fuentes de aguas termales y aguas azufrosas, además de un terreno abrupto donde se pueden hallar enormes cumbres. Cañón de Santa Elena es una maravilla reconocida por organismos internacionales como una de las 200 áreas ecológicas prioritarias para la conservación.
La reserva ecológica de Cañón de Santa Elena fue creada el 7 de noviembre de 1994, con el fin de proteger el desierto de Chihuahua, pues contribuye a procesos ecológicos, sustenta una gran diversidad de flora y fauna, y es sede de una enorme riqueza geológica e hidrológica.
Además, se ha vuelto una parada obligada para los amantes de la fotografía y para los aventureros que practican senderismo o navegan en su extenso y cristalino río.