Para el antojo que todos traemos como buenos mexicanos, ¿qué tal si saboreamos las guacamayas? Son las tradicionales tortas de León, en Guanajuato, definidas por sus habitantes como la botana, el entremés o entre comidas.
Pero espera que te digamos todos los ingredientes que se suman a su preparación, seguro se te hará agua la boca, ¡como a nosotros!
Ahí te va: primero se abre el bolillo sólo por un lado y se le retira el migajón. Una vez listo, se rellena de chicharrón placero de cerdo, más unos cueritos —¡qué delicia!—. Acto seguido, se le agrega aguacate en rebanadas, una pico de gallo y unos toques de limón, para realzar el sabor.
Pero cuidado, porque si se dan cuenta que eres turista, te dan tu remojón o bautizo con una salsa extra picante elaborada con chile de árbol. Claro, si te gusta así, no hay problema; pero quienes no están acostumbrados, se darán una megaenchilada. Así que ponte «bien buzo», para que la experiencia sea 100% placentera.
Te puede interesar: 6 platillos mexicanos que no podrás olvidar
#EsShow estas son las guacamayas de León Gto pic.twitter.com/lhmkWgdQr3
— Paulo Maya (@PauloCMayaC) July 25, 2018
El origen de las guacamayas
De acuerdo con los especialistas de la cocina tradicional guanajuatense, este típico antojito nació en 1952, gracias al ingenio de Demetrio Nájera, mejor conocido como Don Deme, quien vendía chicharrón entre las calles Centenario y Luis Bravo, de la ciudad de León.
Claro que tuvo su empujoncito, pues hasta su puesto lo visitaba un amigo de nombre Juan, quien siempre le pedía chicharrón de puerco con bolillo, que hacía acompañar por la salsa de pico de gallo, que ahí mismo se preparaba. Cuando al hombre se le pasaban los tragos de tequila, comenzaba a hablar «como loco».
Hasta que un día alguien en tono desesperado le dijo: «ya cállate, que pareces guacamaya». Entonces comenzó la historia de las guacamayas, que siguen causando furor entre quienes las prueban por primera vez.
Así, que cuando se pueda visitar este municipio de Guanajuato después de la pandemia, no dudes en pedir la tuya. ¡Sólo no te vayas a enchilar!