Santa María Tonantzintla es un pequeño y colorido pueblo del municipio de San Andrés Cholula, en Puebla, que alberga el impresionante templo del mismo nombre, considerado como la máxima expresión del barroco derivado del mestizaje.
Puebla es un estado repleto de maravillas arquitectónicas, una es la Iglesia de Santa María Tonantzintla, una expresión majestuosa del barroco mestizo que rinde culto a Tonantzin, una diosa asociada a la tierra, cuyo nombre se traduce del náhuatl como «nuestra Madre»; si consideramos el sufijo tla, que se usa para denotar el diminutivo, Tonantzintla significaría «nuestra Madrecita».
Con la Conquista, los españoles le adicionaron el nombre «Santa María«, relacionando la figura de Tonantzin con la de la Virgen María. La construcción del templo de Santa María Tonantzintla data del siglo XVI y en 1993 fue declarado Monumento Histórico.
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¿Qué hace tan especial a Santa María Tonantzintla?
Esta iglesia destaca por encima de las demás gracias a que los franciscanos permitieron que los pobladores originarios expresaran sus inquietudes artísticas y religiosas en su interior, plasmadas en el estuco y en su decoración.
A esta expresión artística se le conoce como barroco novohispano, destacando su majestuosa decoración que combina motivos prehispánicos con elementos católicos, como se muestra en su cúpula, donde está representado el cielo de Tláloc y cada cara que se asoma no es un ángel, sino un habitante de Mesoamérica que murió a consecuencia de un rayo o ahogado y reencarnó.
También es común ver ángeles de piel morena con penachos de plumas y algunos con atuendos de caballeros águila, muy característicos de los habitantes de los pueblos originarios, así como frutas y plantas que simbolizan una mezcla del mundo prehispánico con el mundo cristiano.
Esta singularidad cultural puede observarse desde dos vertientes: la prehispánica y la católica, para darle diferentes interpretaciones. La cúpula de Santa María Tonantzintla se construyó en el año 1600, mientras que los demás elementos que la adornan fueron agregados por la gente del pueblo durante varios años.
Destacan cuatro retablos de madera de cedro laminados en oro, así como imágenes de San Antonio de Padua, San Francisco de Asís y otros elementos mexicanos: cacao, nanches, capulines, zapotes, guayabas, capulines, entre otros.
Un dato curioso: una de las tradiciones del pueblo es que las mujeres cuyas peticiones divinas son concedidas, se cortan el cabello y lo llevan a este recinto a manera de ofrenda y en señal de agradecimiento, por lo que es común ver las imágenes de los santos con pelucas de cabello natural.