El hotel Hassler se yergue en lo alto de la Plaza España, rodeado por la extraordinaria herencia cultural de Roma. En la capital de Italia hay arte y monumentos históricos por todos lados, o al menos por donde uno camina o se mueve. En esa magna Ciudad Eterna se filmó la siempre entrañable película La dolce vita (Federico Fellini, 1960). Y para coronar esta historia de belleza y fluyente vida, el hotel Hassler Roma enamora a las huéspedes que lo visitan desde 1893.
Una vez que se rodea la fuente para subir la Escalinata de la Trinità dei Monti —la iglesia con dos torres construida en el siglo XVI—, esa que lleva a la Plaza España, es difícil no dirigir la vista hacia arriba y ver, un poco a la derecha, la fachada de este hospedaje de 87 habitaciones y suites, cada una con una decoración ideada para ese solo espacio.
Ya dentro, el ambiente clásico del hotel Hassler armoniza de manera casi deliciosa con elementos contemporáneos. Y con una mirada hacia afuera, por donde uno subió, se pueden observar los tejados y techos de esta hermosa ciudad, enmarcados por la Plaza España, el Coliseo, la Fontana de Trevi y el Vaticano.
Por sus pasillos y suites han caminado y pernoctado celebridades, escritores, diplomáticos y personalidades como los actores Leonardo DiCaprio y George Clooney, el diseñador Pierre Cardin o la reina Noor de Jordania, o el director de cine Quentin Tarantino, por mencionar algunos.
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Lujo que va más allá
Con más de 30 años al frente de hotel Hassler, el presidente y gerente general Roberto E. Wirth recibe directamente a los huéspedes. Este apasionado hotelero es coleccionista de arte y vinos, quizá por eso su trato no se acerca al comportamiento esperado del propietario de este hotel de 5 estrellas. Más bien parece un anfitrión cuidadoso en una visita de familiares en su propia casa; nadie se imaginaría que forma parte de la quinta generación de una familia suiza de prestigiados hoteleros. En ese instante el lujo toma otra dimensión.
Miembro de The Leading Hotels of the World —asociación que representa a los mejores hoteles del planeta—, el hotel Hassler embelesa por sus panorámicas de Roma, pero luego de que las delicias de su interior y el trato amable han sido asimilados, es momento de conocer las opciones gastronómicas.
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El restaurante Imàgo, que también tiene las fabulosas panorámicas que caracterizan al Hassler al ubicase en el sexto piso, cuenta con una estrella Michelin. Su música tranquila y su decoración con incrustaciones de madera antigua combinan de manera casi perfecta con la propuesta culinaria del chef Andrea Antonini, quien da un interpretación peculiar a la cocina tradicional italiana.
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Y no podría faltar para redondear esta experiencia sensorial una “desconexión” y relajamiento en el Hassler’s Amorvero SPA, con masajes y tratamientos de belleza personalizados que tienen una filosofía clara: llevar bienestar al espíritu a través del cuerpo y los sentidos.
Al caer la tarde, después de la cena, en el Hassler Bar se puede tomar el Bellini que la princesa Diana calificó alguna vez como “el mejor del mundo”, cerrar los ojos, suspirar y mantener esta experiencia en un compartimento especial de la memoria.
Con información de Bleu & Blanc