Si hay algunas características que fascinan de Pie de la Cuesta son su sencillez y austeridad; allí reina una atmósfera tranquila y relajada que dista de la realidad de un Acapulco vibrante y en movimiento. Contrastes que se experimentan a sólo 20 minutos de distancia entre ambos destinos.
Detrás de ese rostro afable que nos revela Guerrero, hay tesoros inimaginables como sus atardeceres, perfectos para vivir el romance. Por un lado, el vertiginoso oleaje del Pacífico baña tus pies, pero si volteas, hallarás la calma de una laguna que, al final, forma la Barra de Coyuca.
Aquí los únicos lujos que encontrarás son los paisajes memorables y el espíritu de su naturaleza, como el santuario de aves a observar en la isla de Pájaros, que se encuentra en la laguna de Coyuca; el encuentro con delfines mientras navegas su mar y la vibra energética entre hombre y caballo, mientras cabalgas en la playa.
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— PIE DE LA CUESTA (@piedlacuesta) March 22, 2018
El sabor de Pie de la Cuesta
Una caminata por sus calles da como resultado el encuentro con otros placeres: su gastronomía local. Para saborear sus delicias, la parada obligada es el restaurante Tres Marías, donde la especialidad son los platillos elaborados con productos del mar. Es el lugar ideal para satisfacer al paladar. Aunque las pizzas horneadas a la leña del hotel Vayma también resultan una exquisita opción para complacer los sentidos.
Claro, detrás de una gran comida se antoja una aromática bebida a paladear en Amorcito Café, pequeño pero acogedor sitio que invita a prolongar tu visita en la terraza, que ofrece una espectacular vista hacia a la laguna.
En Pie de la Cuesta el día concluye con un hermoso espectáculo: cuando el Sol se oculta como si fuera a sumergirse en las profundidades del océano. Después de tan maravilloso momento, el telón de la noche deja caer a la vista un abanico de estrellas para refugiarse en su contemplación.