En 1905, cuando Porfirio Díaz Mori continuaba en el poder, convirtió la Isla María Madre en una prisión, cuya ubicación se haya en el Pacífico mexicano, el Archipiélago de las Islas Marías.
La Isla María Madre era el espacio para castigar tanto a criminales como a disidentes del régimen. No obstante, a través del tiempo, se convirtió en una prisión modelo, donde internos sentenciados llevaban a cabo el proceso de readaptación y reinserción social, mismo que se lograba a partir del trabajo comunitario y la capacitación para el empleo.
En esta prisión, los internos llevaban una vida de semilibertad, tenían acceso a programas de educación hasta nivel preparatoria e inglés, además podían estudiar cursos de capacitación laboral en áreas de producción acuícola, camaronera y de ganado bovino.
Te puede interesar: Playa Tecolutla, la mejor ruta para llegar desde la CDMX
Los prisioneros que tenían buen comportamiento, podían vivir con sus familias en la isla, aunque claro, sin perder su calidad de reclusos, e incluso, tenían la posibilidad de enviar a sus hijos a estudiar desde el kínder hasta secundaria. Además, algunos internos llegaron a tener pequeños negocios de reparación de bicicletas, tiendas o comercios, donde las familias de los presos podían adquirir alimentos y otros artículos.
Esto se conseguía siempre y cuando el preso tuviera la buena conducta y trabajara. Con esta forma de vida, entre 2001 y 2004, se llegaron a contabilizar más de 5 mil personas dentro de la Isla.
Varios de los presos que concluyeron sus sentencias y lograron capacitarse en algún área productiva fueron contratados por empresas que prestaban sus servicios en la isla.
Isla María Madre se convierte en Reserva de la Biósfera
Desde marzo de 2019, el presidente Andrés Manuel López Obrador, tomó la decisión de convertir esta Isla en una Reserva de la Biósfera (RBIM).
La Isla María Madre fue el lugar que inspiró al escritor José Revueltas a escribir la novela Los Muros de Agua, pues fue ahí donde pasó de 1932 a 1934 como preso político. Durante su permanencia pudo conocer cómo funcionaba la empresa salonera que desde 1905 y hasta 1986 operó en la isla.
Durante 2020, se realizó una visita organizada por la entonces Secretaría de Seguridad Pública (SSP), donde los vigilantes y viejos reos comentaron que varias personas que trabajaron en la Isla perdieron la vida o se quedaron ciegos, e incluso, «La sal les producía llagas en manos, brazos, pies y piernas, muchos perdían sus miembros por amputación”.
Te puede interesar: Acuático las Ánimas; disfruta de aguas termales en Tecozautla, Hidalgo
Una de las actividades más comunes de los reos era cargar la sal en costales de yute en los hombros, la espalda o los brazos y llevarla desde la playa donde estaban las fosas que captaban agua de mar durante la noche y durante el día solo quedaba la sal solidificada y que debía llevarse hasta donde estaban las máquinas conocidas como “tronadoras”, herramientas para depurar la sal.
Cabe señalar que en esa procesadora había un acceso que tenía vista hacia el mar, misma que los presos llamaban “La Puerta de La Libertad”.