Las mujeres y hombres de barro que nacen en Metepec, Pueblo Mágico del Estado de México, tienen por esencia la técnica de moldear con sus propias manos el árbol de la vida, una de las artesanías más importantes de nuestro país y de fama internacional.
Los antecedentes del árbol de la vida se remontan a la Conquista, cuando la Iglesia católica utilizó el talento de los maestros artesanos para materializar en barro el proceso de evangelización entre las comunidades indígenas.
Sin embargo, quienes actualmente trabajan el árbol de la vida, comparten que no se trata de una artesanía antigua, sino de una obra de arte que lleva 80 años de existencia.
De acuerdo con el Instituto de Investigación y Fomento de las Artesanías del Estado de México, el surgimiento de este objeto del arte popular mexicano tiene tres aristas.
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Para empezar, se dice que el árbol de la vida es originario de Izúcar de Matamoros, en Puebla.
La segunda teoría advierte que fue creado por el antropólogo Daniel Fernando Rubín de la Borbolla, en colaboración con Mónico Soteno Fernández.
Este artesano de Metepec se inspiró en un candelero que vio en la avenida Juárez, en la ciudad de Toluca.
Sin embargo, la tercera versión señala como responsable de su creación a la señora Modesta Fernández de Soteno.
Ella empezó en 1935 a elaborar pequeñas figuras de barro para venderlas en los mercados. Con el tiempo, diseñó modelos más personales hasta llegar a lo que ahora se conoce como el árbol de la vida.
Simbolismo del árbol de la vida
Los maestros artesanos del taller familiar El Sol consideran que la esencia del árbol de la vida es contar una historia.
Una de estas narraciones se basa en el relato bíblico del Génesis, para después interpretar en barro todo lo que se ve en la vida diaria como tradiciones nacionales. En cada pieza que lo compone se va contando lo que pasa.
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El proceso para que el barro del árbol de la vida adquiera color, también tiene su técnica especial. Primero se usan los tonos como el amarillo, morado, rosa mexicano, verde, blanco y negro.
Posteriormente se hace uso de los colores precolombinos como el ocre, rojo óxido, negro, café, avellana y amarillo óxido.
Sin embargo, cada maestro artesano de Metepec hace uso de sus propias técnicas; cada uno es heredero del conocimiento de sus ancestros, quienes también contaron historias a través del árbol de la vida, en piezas pequeñas o de gran altura.