Nos atrevemos a decir que la mina Las Dos Estrellas es una de las más bellas y encantadoras de todo México. Se localiza a menos de 10 minutos en automóvil del centro de Tlalpujahua, una parada imperdible si estás en el Pueblo Mágico de Michoacán comprando tus esferas.
En verdad vale la pena pasar un par de horas en la mina Las Dos Estrellas, rodeada de árboles que forman parte de los bosques del municipio. ¡Quién imaginaría que entre tanta tranquilidad que emana en el presente, tuviera un pasado lleno de prosperidad, movimiento y explotación inhumana hacia sus trabajadores!
Te puede interesar: Inicia la Feria de la Esfera en Tlalpujahua 2020
Historia de contrastes en mina Las Dos Estrellas
Detrás de la estética que hoy podemos contemplar en su conjunto: estructuras, arquitectura, curaduría, mobiliario, artesanía, murales y naturaleza, hay historias desgarradoras que vivieron los mineros durante los años cuando se convirtió en la primera productora mundial de oro y plata, metales que fueron inmortalizados en las dos estrellas de su nombre.
Si bien fue descubierta en 1899, su años de gran apogeo y desarrollo se dieron entre 1908 y 1913, un momento que atrajo mucha inversión y tecnología, en su mayoría franco-inglesa.
De hecho, durante la Revolución Mexicana, la mina Las Dos Estrellas siguió funcionando, aunque el país no se benefició de su trabajo, porque en su mayoría salía hacia Inglaterra.
Te puede interesar: Tlalpujahua: ¿ya sientes el espíritu navideño?
Prosperidad y maltrato
Los guías de la mina Las Dos Estrellas explican que en aquellos tiempos el de minero era el oficio mejor pagado, así que habitantes de diferentes pueblos cercanos a Tlalpujahua llegaban caminando para poder cumplir con su jornada laboral.
Con un taparrabos entraban a escarbar, acompañados de una vela y una pala que compraban al mismo patrón.
Cuando uno de los empleados llegaba a fallecer, heredaba su deuda al hijo varón de la familia; si éste era menor de edad, realizaba los mandados y quehaceres de los administradores de mina Las Dos Estrellas. A estos niños les llamaba morros, de ahí viene la palabra que hoy se usa para referirse a un pequeño.
Toda esta historia de explotación quedó grabada en los murales que embellecen la mina Las Dos Estrellas, realizados por Gustavo Bernal, pintor, escultor y muralista de Tlalpujahua. Cada uno cuenta paso a paso la vida que tenían los mineros de la época.
En la mina Las Dos Estrellas aún se conservan varias de sus estructuras, las más coloridas se ocupan como museo, oficinas y tienda-cafetería. Otras son el refugio de grandes maquinarias que quedaron intactas, donde se maquilaba todo lo necesario para la producción de este lugar, entre otros productos que se comercializaban.