El turismo oscuro o negro se desarrolla desde hace años, un concepto que invita a experimentar aquellos sitios que por sí mismos representan un riesgo. Es el caso de Brasil con sus famosas Favelas, o Ucrania con el peor desastre nuclear registrado en Chernobyl.
Por supuesto México no es la excepción en la práctica del turismo oscuro, también tiene un par de rutas que no pasan desapercibidas ante el mundo, como es el caso de Tepito en la Ciudad de México, ideal para su exploración entre aquellos que buscan descubrir algo completamente excitante y diferente.
Tour Santa Muerte
Esta expresión cultural de origen prehispánico, genera demasiada curiosidad entre los visitantes extranjeros. Así que algunos cronistas ofrecen recorridos por aquellas colonias que popularmente rinden culto a la Niña Blanca como también se le conoce.
Uno de los grandes atractivos dentro del turismo oscuro, que sigue la ruta que marca La Merced para continuar por Guerrero, Morelos y Tepito. Esta última parada es muy conocida gracias a «Doña Queta», quien a finales de 2011 montó el primer altar, donde a diario se dan cita creyentes de todas las clases sociales.
Malverde
El camino del turismo oscuro por México nos lleva hacia Culiacán, Sinaloa, donde se venera al santo Jesús Malverde. Cuentan sus fieles que en vida robaba a los más ricos, para obsequiar el botín entre los más necesitados.
Pero la bondad de esta figura de leyenda no es lo que acapara los reflectores, sino el morbo que genera por ser el protector de los narcotraficantes, historia que comienza en los 70, con una riña familiar entre capos y que culmina con el levantamiento de este altar.
Ahora es uno de los principales puntos a visitar durante los narcotours, que continúan a través de aquellos lugares que han pisado los principales cárteles de México.
La travesía de los migrantes
En Ixmiquilpan es donde inició esta propuesta que también forma parte de esta lista de turismo oscuro, donde se recrea los peligros que viven las personas que desean cruzar la frontera hacia el país vecino.
Esta experiencia es demasiado extrema, dura alrededor de tres horas intensas donde los aventureros que desean vivirla deben correr, esconderse y pasar lo que en verdad sufren los migrantes.