En la zona lacustre de Michoacán se halla un pequeño pueblo conocido como Santa Fe de la Laguna, que a la vista no es nada colorido, pero las tradiciones de su gente lo salpican con varias tonalidades. Solo en la Noche de Muertos se ilumna con el naranja y amarillo de la flor de cempasúchil, así como la luz tenue de las veladoras que son parte de los altares que dedican a los difuntos.
Desde el 31 de octubre los habitantes purépechas de Santa Fe de la Laguna, inician los rituales alusivos a esta temporada, una de las fiestas más importantes de su calendario, porque la muerte representa la continuación de la vida. Más que un acto solemne, es un día de celebración en familia, para recibir el alma de los santos inocentes.
En Santa Fe de la Laguna se instalan altares monumentales dedicados a los “angelitos”, niños o niñas que llegan desde el más allá, un calificativo que comparten con todos los adolescentes, jóvenes o adultos que dejaron este plano terrenal siendo puros y vírgenes, a estas almas también se les recuerda en dicha fecha.
Todas las casas de Santa Fe de la Laguna que espera a su santo difunto, adornan con tiringuinï, nombre purépecha con el que se le conoce a la flor de cempasúchil; se colocan veladoras; montoncitos de fruta; pan; cuatro cirios; el retrato del fallecido y debajo de éste una imagen del Niño Dios, el mismo que sus padrinos de bautizo le regalaron.
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Noche de Muertos en Santa fe de la Laguna
Quien desee sumarse a esta celebración dedicada a los “angelitos” de Santa Fe de la Laguna es bienvenido, incluso los turistas pueden entrar a las casas, pero hay que llevar algún presente que también se pueda colocar en la ofrenda. Es de suma importancia no despreciar la invitación a comer de los anfitriones, es ofensivo para ellos; así que lo más recomendable es asistir con mucho apetito.
Hasta el lugar donde se instala el visitante, los organizadores llevan tamales, atole, café, pan, hasta “pozole batido”, uno de los platillos típicos de Santa Fe de la Laguna, llamado así porque durante la cocción se espera a que se deshaga la carne y granos. Para pasar el bocado se ofrece chocolate con agua o tequila.
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Un evento que al principio, mientras la gente come y bebe, solo deja escuchar el murmullo de los invitados. Inesperadamente suena la primera pirekua de los músicos Santa Fe de la Laguna, las primeras notas se interpretan con un dejo de solemnidad, en honor al alma que va llegando. Pero el ritmo cambia, para que los padres y padrinos del “angelito” festejado, sean los primeros en abrir el baile de esta gran celebración.
Al caer el primero de noviembre, es momento de comenzar un nuevo convite dedicado al “muerto del año”, aquellos que se adelantaron en el camino en algún momento de los 12 meses transcurridos. Entonces hay que prepararse de nuevo sin olvidar el presente para llevar, el apetito feroz y mucha energía para zapatear en Santa Fe de la Laguna.
