Los caracoles son moluscos que se consumían en la época prehispánica; en la actualidad, son sumamente codiciados por algunos y un tanto repudiados por otros debido a su gran viscosidad. Lo cierto es que son exquisitos y no en vano son uno de los platillos predilectos en Francia, España y México.
De acuerdo con Larousse Cocina, los también conocidos como escargots (Francia) o cabrillas (España) son gasterópodos terrestres, de la familia de los helícidos, de concha en espiral, cuyo tamaño aumenta con la edad.
Los caracoles son algunos de los primeros animales consumidos por el hombre, a juzgar por los restos de conchas encontradas en yacimientos prehistóricos.
Este manjar es consumido en diversas partes del planeta y en diferentes formas: hervidos, asados o fritos. También es común que se cocinen en caldos con aromáticas hiervas o especias, para después ser consumidos o salteados con otros ingredientes.
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Caracoles, el alimento del futuro
En la época prehispánica era común el consumo de gusanos, caracoles y demás insectos, pero con la llegada de los españoles dejaron de tener tanta popularidad y cobraron relevancia otros ingredientes, como los chapulines o los jumiles, mismos que aún se consumen.
Debido a su viscosidad, los caracoles podrían parecer poco apetecibles; sin embargo, son un verdadero manjar fácil de conseguir en cualquier jardinera, bajo plantas, piedras o cualquier superficie donde exista humedad.
En México, los caracoles se comen en distintas preparaciones, ya sea en caldo, mole o asados, y suelen acompañarse de un buen pulque.
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En otras regiones del mundo se preparan al vino tinto o con verduras, pero una de las recetas más famosas es la de los escargots a la bourguignonne, que consiste en añadir a los caracoles una crema con base en mantequilla, ajo, echalotes y perejil.
De acuerdo con varios expertos, el futuro de la alimentación podría estar en el consumo de insectos y moluscos, tendencia en la que encajan los caracoles debido a que sus carnes son magras, ricas en proteínas y vitamina B12, también poseen ácidos grasos poliinsaturados, que contrarrestan el colesterol «malo» y las grasas saturadas.
A su vez, las propiedades de la «baba» de caracol son bastantes y han encontrado cabida en la cosmética y farmacología.