El ate es un dulce típico mexicano cuyo sabor no sólo es agradable para tu paladar; además de ser colorido y de una consistencia amable, acaricia el corazón de chicos y grandes. Se sirve comúnmente como postre y se acompaña con queso salado, ¿se te antojó?
¿Con qué se elabora el ate?
De acuerdo con Larousse Cocina, es una pasta de frutas cocidas con azúcar que se consume como postre. La pulpa de la fruta se hace puré y se cuece con azúcar hasta que espesa y al enfriar, se desmolda y se orea hasta que la pasta toma una consistencia firme.
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Postre aguantador
Esta golosina mexicana puede conservarse por un lapso de uno a dos años sin que se descomponga; sólo se oscurece y su tamaño disminuye transcurrido ese tiempo.
Es originario del Medio Oriente y lo trajeron a México los españoles en la época de la Colonia, quienes a su vez lo conocieron de los árabes. Es posible prepararlo con diferentes sabores al emplear una gran cantidad de frutas, siendo las más comunes la guayaba, el membrillo y el tejocote.
Le receta surgió durante el Virreinato en la entonces Nueva España, cuando los frailes franciscanos, en su ir y venir del Viejo Continente, trajeron racimos de semillas frutales: manzana, pera, durazno y membrillo.
Al llegar a Morelia, los habitantes elaboraron una pasta con el zumo de las frutas y una porción de dulce, a la que bautizaron con el nombre que conocemos actualmente.
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Precisamente en Michoacán se elaboran los ates más famosos del país; se venden en pequeñas bolsas o cajas de plástico, enlatados o en canastas, en cubos, rollitos cubiertos de azúcar y suelen comerciarse en cuatro colores: café claro, café oscuro, verde y rojo.
De hecho, en algunos lugares de México se agrega el sufijo «ate» al nombre de la fruta con la que se elaboró, por ejemplo: guayabate, membrillate, almendrate o piñonate, por mencionar algunos.
Aunque en casi todo el país es conocido como ate, en estados como Durango, Sonora, Chihuahua y otros estados del norte lo llaman «cajeta» debido a su sabor dulce —aunque también hay picositos—.