El Día de Muertos es una de las tradiciones más significativas de nuestro país, donde los vivos se preparan para recibir a sus muertos y convivir con ellos.
Esta festividad se celebra el 1 y 2 de noviembre, aunque los festejos pueden comenzar desde el 28 de octubre.
Durante la época prehispánica, esta festividad se conmemoraba en el noveno mes del calendario solar, el cual iniciaba en agosto y duraba 30 días.
En aquel entonces se creí que el destino del alma del muerto estaba determinado por el tipo de deceso que había tenido y su comportamiento en vida.
La conquista española modificó algunas cosas
Con la llegada de los españoles, la fiesta se hizo mestiza y sumó nuevos elementos y significados católicos. La cruz de flores es el más significativo de esos elementos.
Se dice que sus pétalos de color naranja y amarillo marcan la senda que deben recorrer los muertos durante la visita que hacen estos días porque se supone que guardan el calor del sol y su aroma los llama.
Además de los muertos y los dioses, otro de los personajes comunes es el perro, que según la tradición ayudaba en el Mictlán a hallar a los muertos el camino a su destino final.
En el siglo XX se añadió la catrina, la mujer calavera creada por el grabador José Guadalupe Posada, y los alebrijes, una artesanía hecha de cartonería y con colores vibrantes que representan animales fantásticos.
Aunque México está fuertemente influenciado por la cultura estadounidense, el Día de Muertos no tiene relación con Halloween.
El Día de Muertos tiene su origen en las raíces indígenas de las culturas autóctonas de Mesoamérica, según los historiadores.
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