Quintana Roo tiene cientos de atractivos a lo largo y ancho de su territorio, como playas, cenotes, zonas arqueológicas, puertos, plazuelas, entre muchos otros. Pero existe también un atractivo que ha cobrado mucha fama gracias a su paisaje un tanto peligroso, se trata de Kantemó, cueva que está repleta de serpientes y murciélagos.
Kantemó ha sido bautizado como la Cueva de las serpientes colgantes, aunque en realidad es un cenote cavernoso, que está casi cerrado en su totalidad. Este lugar destaca porque en su techo viven serpientes que han desarrollado la habilidad de alimentarse descolgándose desde las alturas para atrapar murciélagos al vuelo.
En Kantemó habitan seis especies de murciélagos, algunos son insectívoros y otros fungívoros, y todos los días, al ponerse el Sol, salen en colonia en busca de alimento durante aproximadamente hora y media. Es cuando aprovechan las serpientes para atrapar a sus presas.
Las serpientes ratoneras son muy comunes en los bosques de la península de Yucatán y son las que principalmente se encuentran en esta zona; aunque prácticamente no tienen visión, han desarrollado la habilidad de alimentarse en plena oscuridad. Son serpientes constrictoras y no son venenosas.
La cueva de las serpientes colgantes se encuentra en el municipio de José María Morelos, en Quintana Roo, muy cerca de los límites con Yucatán, a dos horas y media de Tulum.
Hábitat de serpientes
La cueva es un agujero que se encuentra en el nivel del piso y abarca 20 metros como máximo, todo cubierto por vegetación.
Su forma asemeja a una enorme bóveda cuya parte más profunda alcanza los 20 metros, de acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio). Para ingresar a este cenote cavernoso es necesario hacerlo con lámparas de mano, pues en la parte interior existe una oscuridad total.
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Los habitantes de los alrededores de Kantemó se dieron cuenta del atractivo de esta zona, por eso decidieron organizarse y poner en marcha un proyecto comunitario basado en el ecoturismo sostenible. Crearon una cooperativa de aproximadamente 52 personas, de la cual se benefician los 310 individuos que forman parte de esta pequeña comunidad maya.
Los guías especializados se encargan de llevar a los turistas a la zona de mayor concentración de murciélagos; en cuanto salen volando, comienza el espectáculo natural.
El techo de la cueva simula un queso gruyere por la gran cantidad de hoyos que hay en la piedra caliza, desde donde las serpientes se descuelgan para buscar alimento.
Las serpientes se descuelgan de tal manera que quedan suspendidas de la cola; se balancean en espera de que su presa se aproxime y, en un santiamén, lo atrapan para posteriormente asfixiarlo y devorarlo.
Las serpientes y cientos de murciélagos que viven en Kantemó no son el único atractivo del lugar, pues en algunas de sus paredes es posible apreciar fósiles marinos que quedaron incrustados en la roca: corales, caracoles y caparazones que son vestigios de que en la antigüedad el cenote fue parte fundamental y refugio del mundo marino.
Sus canales contienen agua cristalina y albergan otras especies fuera de lo común, como la anguila ciega, la cochinilla acuática o el camarón ciego, las cuales en su evolución tuvieron que prescindir de su pigmentación u ojos, pero desarrollaron órganos sensoriales que les facilitan la búsqueda de alimento.
Además de visitas guiadas existen paquetes completos que incluyen comida, alojamiento y demás actividades naturales como paseo en canoa y avistamiento de aves, entre muchas otras.
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El terreno pertenece a los ejidatarios del pueblo y las áreas fueron cedidas por ellos para su aprovechamiento y explotación turística, por lo que también reciben algún tipo de beneficio.
Las visitas guiadas —cuyo costo promedio es de 630 pesos— comienzan en la cooperativa Beej Kaax Ha, donde se da una breve explicación de los murciélagos y serpientes que viven en Kantemó.
Posteriormente, equipan a los visitantes con un casco y linterna frontal para luego desplazarse en bicicleta hacia la cueva a través del bosque.
En la entrada, los guías facilitan mascarillas y guantes para que la experiencia sea totalmente higiénica. En cuanto empiece a oscurecer, los murciélagos saldrán en busca de alimento, indicando que es el momento perfecto para entrar.
La bajada es un tanto accidentada, por lo que es conveniente descender con calma y hacerlo con las indicaciones del guía. En la primera parada se pueden apreciar los restos fósiles que hay en la cueva.
Más abajo, en un pequeño río subterráneo donde la oscuridad es total, se podrán observar otras especies como las ya mencionadas, así como un pez sin ojos conocido como dama blanca.
De la cavidad principal de Kantemó nacen dos pasillos lo suficientemente estrechos como para entrar en cuclillas, ayudados por una luz roja para no molestar a murciélagos ni serpientes. Una vez ahí se pueden apreciar las serpientes cuando se descuelgan del techo para cazar a sus presas.
Recuerda que debido a la contingencia sanitaria provocada por el Covid-19, no es recomendable salir de casa; de hacerlo, sigue todas las medidas pertinentes para evitar contagios y el alza en hospitalizaciones. ¡Cuídate y cuida de los tuyos!
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