La patria de la cultura otomí está muy cerca de la CDMX; en el pequeño pero mágico poblado de Temoaya, localizado al norte de Toluca, capital del Estado de México, se estableció esta comunidad originaria hace aproximadamente tres mil años.
Su nombre proviene del náhuatl Temoayan, compuesto a su vez por los vocablos Temoaya, derivado del verbo temo («bajar o descender»), y de yan, que es el efecto de la acción. Por eso, significa «Lugar donde se desciende» o «lugar cuesta abajo».
Su escudo se compone por los ideogramas tepetl («lugar, sitio o cerro») y otli («camino»), donde las huellas caminantes se hayan en el descenso para indicar que se trata de un lugar en bajada.
De acuerdo con los expertos, no existen documentos que mencionen la existencia de Temoaya en tiempos inmemoriales; al parecer, este pueblo surgió luego de la división de Jiquipilco, a raíz de la caída del Imperio azteca a fines del siglo XV.
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Centro Ceremonial Otomí
En medio del enigmático pero paternal bosque de Temoaya se halla el Centro Ceremonial Otomí. Aunque no es un vestigio prehispánico, su diseño hace referencia al pueblo otomí y se construyó para resaltar la grandeza de esta cultura.
Este sitio es el escenario de las celebraciones religiosas de la cultura que se asentó en estas tierras; allí se venera a los cuatro elementos naturales: agua, aire, fuego y tierra. También hace varias décadas fue la sede del entrenamiento de Julio César Chávez, quien fuera campeón mundial de boxeo en las categorías superpluma, ligero y superligero.
Plazas
El Centro Ceremonial Otomí de Temoaya cuenta con dos plazas, pero la Del Coloso es la encargada de darle una cálida bienvenida a sus visitantes con un espectacular mural de un nahual, mismo que fue diseñado por el artista plástico Luis Aragón.
Más allá se encuentra la Plaza del Sagitario, que en su centro cuenta con una pintura de tres llamas que forman un círculo con una serpiente; en conjunto simbolizan el cuerpo, el espíritu y la voluntad del pueblo otomí.
En los alrededores hay varias escalinatas con serpientes entrelazadas —52 en total—, las cuales simbolizan las semanas del año o los ciclos del calendario azteca. En la parte superior se pueden apreciar estructuras cónicas que representan el caracol, asociado con el agua y la música, y al centro se puede admirar un monumento al Sol, Tata Jiade, sobre la fuente Lustral.
Tribus nahuatlacas
En el patio del lado oeste del Centro Ceremonial Otomí se divisan siete columnas que representan las siete cavernas de las que emergieron las siete tribus nahuatlacas; también hacen honor a los días de la semana.
Todas las áreas que componen este poderoso lugar están interconectadas mediante escalinatas, desde donde se pueden contemplar casi todos los elementos simbólicos de la cultura otomí.
Monumentos históricos
Entre los lugares a destacar de este pueblo mexiquense se encuentran La Hacienda de Buenavista, la Antigua Capilla de la Hacienda de Pathe, el Rancho de Cordero, el Rancho de la Luna, el Puente del Río Lerma y el Puente Porfirio Díaz.
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Zonas arqueológicas
Jiquipilco El Viejo constituye una zona inexplorada de Temoaya. Es un verdadero imperdible porque allí aguarda un antiguo teocalli. En sus alrededores se han descubierto diversos vestigios arqueológicos, como figuras humanas, puntas de flecha, vasijas, metates y otros utensilios representativos de la cultura otomí.
Fiestas y tradiciones
Las principales fiestas de Temoaya están relacionadas con el calendario litúrgico y las conmemoraciones cívicas. La Danza de las Pastoras es la más representativa de la región, pero también las de Los Santiagueros y Los Concheros. La música también es parte fundamental de este pueblo originario.
Temoaya es reconocido no sólo por sus tradiciones, también por sus espectaculares tapetes de lana que se tejen con paciencia y sabiduría en los talleres familiares de la región. Son confeccionados con el máximo cuidado y detalle; los múltiples coloridos saltan a la vista, por eso son sumamente apreciados tanto en México como en otros países.
Gastronomía
Este mágico poblado lleno de tradición se destaca por su excelsa gastronomía cuya base son el maíz, los charales, la calabaza, los quelites, el chicharrón, los tlacoyos de haba, el chorizo, el tradicional taco de plaza y el infaltable pulque, una delicia líquida que sin duda saciará hasta al paladar más exigente.